¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

El cuento de las balanzas fiscales

Intentar convertir la riqueza catalana en un mérito ajeno al resto del país es una villanía y una falsedad La política secreta de Sánchez

Nogueras y Cruset.

Nogueras y Cruset. / DS

IMAGÍNESE que es usted un rico hombre, alguien que por suerte, trabajo, talento o herencia posee un abundante capital. Un tío Gilito. Lo normal, según la doctrina que ha permitido construir el Estado del Bienestar es que pague más impuestos que alguien que por fortuna, vagancia, condicionantes sociales o falta de herencia sólo sobreviva con un escaso sueldo. En ningún momento, eso espero, se le ocurriría decir: “como yo contribuyo más con el fisco tengo derecho a mejores servicios y a privilegios. Por ejemplo, a que se me reserve un carril en las calles para circular con menos tráfico”. Bueno, pues esto es lo que está pretendiendo desde hace tiempo el nacionalismo catalán. Agarrándose a la falacia de que son los territorios y no las personas físicas y jurídicas las que pagan tributos afirman: “Cataluña paga más impuestos que Extremadura o Andalucía, ergo tenemos derecho a disfrutar de mejores trenes de cercanías, hospitales, universidades, bibliotecas, etcétera”. ¿Y cómo sabemos cuánto es la diferencia entre lo aportado y lo recibido? Muy fácil: por las balanzas fiscales, un término totalmente marrullero en la ciencia económica que nadie sabe muy bien cómo calcular. El independentismo catalán está obsesionado con publicarlas para lanzarlas como un escupitajo a las regiones más pobres. “Mirad gorrones, mirad quién es el que aporta aquí el dinero ”. Pues bien, a esto es lo que ha accedido el presidente Pedro Sánchez para sacar adelante los decretos anticrisis. Cada vez parece más claro que lo que pretende Junts es el enfrentamiento entre los españoles por el maldito parné. Y que Sánchez está dispuesto a tolerarlo con tal de seguir durmiendo en la Moncloa.

Con o sin balanzas fiscales (alguna se publicó en el pasado), parece claro que Cataluña paga más impuestos que, por ejemplo, Castilla-La Mancha. Esto se debe a la sencilla razón de que es una región con ciudadanos más ricos. Fue el papel que le tocó dentro de la construcción de la nación española. A ello han contribuido muchos factores: el mérito de una sociedad indudablemente dinámica y moderna, su ubicación estratégica junto a Francia, las medidas de apoyo adoptadas por el Estado español en muy diferentes épocas (incluida la de Franco, claro), el trabajo de millones de gallegos, andaluces, extremeños, asturianos... Intentar convertir la riqueza catalana en un mérito ajeno al resto del país es una villanía y una falsedad. Y Sánchez la va a permitir.

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