Cultura

Una marea humana desborda la madrugada flamenca de Córdoba

  • A falta de datos oficiales, fueron muchos los miles de personas que en la madrugada del sábado al domingo se echaron a la calles · Algunos de los recintos, como la Corredera, sufrieron un colapso

Gente y más gente. Toda Córdoba en la calle, y entregada en cuerpo y alma al espíritu de La Noche Blanca del Flamenco, una oportunidad única para admirar toda la grandeza musical y estética de un género étnico, castizo y muy visceral que repartió a más de 500 artistas por los principales rincones de la ciudad. A falta de cifras oficiales -que hoy facilitará la organización- la sensación fue de multitud, ilusión, compañía, alegría y fiesta, ya que no hubo ninguna propuesta a la que el público diera la espalda. Todas superaron con creces el aforo previsto.

Ya fuera en República Argentina, el Teatro de La Axerquía, el Patio de los Naranjos, la Cuesta del Bailío, la Plaza de las Tendillas, el Compás de San Francisco, el Museo Julio Romero de Torres o cualquiera de las peñas y los barrios, la respuesta fue masiva, y en alguno de los casos incluso excesiva, como ocurrió en la Corredera con Tributo a Camarón, en el que efectivos de la Policía Nacional y la Policía Local tuvieron que impedir el acceso de más espectadores a la plaza a través de la calle Rodríguez Marín ante el impensable colapso.

Los artistas convocados a La Noche Blanca del Flamenco -Fosforito, Chambao, El Cigala, Manolo Sanlúcar, Miguel Poveda, Luis de Córdoba, José El Francés o El Pele, entre otros muchos- se volcaron con el reto propuesto por el Ayuntamiento de Córdoba, y así lo comunicaron al público durante sus actuaciones, que se desarrollaron entre las diez de la noche y las siete de la madrugada, ya con luz del día.

Pese a que el enorme y costoso despliegue de medios fue indudable, en algunos de los escenarios faltó más calidad de sonido (las pruebas se realizaron con muy poca antelación al inicio del concierto), siendo ésta suplida por la profesionalidad de los artistas y por la receptividad del público, poco acostumbrado a disfrutar de un arte libre, sin puertas ni fronteras (y sin pasar por taquilla).

Fueron muchos los cordobeses que optaron por disfrutar de una única propuesta, pero ganaron aquellos otros que trazaron de antemano su propia ruta flamenca y la siguieron, o al menos lo intentaron, entre la densidad humana que poblaba las calles. En la mayoría de los casos los espectáculos comenzaron con puntualidad, aunque unos horarios demasiado ajustados impidieron realizar la ruta de manera completa por el centro histórico.

La Noche Blanca del Flamenco se sembró y se abonó, y ahora habrá que esperar si germina y qué frutos ofrece.

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