Cultura

'Camaroneando' en voz y alma

Del arco alto al arco bajo. Volando voy, volando vengo. No había otra forma. No cabía un alfiler en la plaza más emblemática, coqueta y rebosante de vida de toda Córdoba. La Corredera vestida de flamenca de cabo a rabo, de punta en Blanco. Nutrida por miles de seguidores de aquel que marcara un antes y un después en la forma de concebir el flamenco, codo con codo con curiosos, oyentes sin más pretensiones y buscadores de fiesta y arte. La revolución que supuso Camarón para el cante era la excusa con la que La Tana, El Francés y El Cigala se subían al escenario en busca de los resortes que pudieran servir para tributar un sentido reconocimiento al que con su estética, su modulación, su compás y su personalidad, creara una escuela tan fértil como vivaz y perdurable.

La fuerza interpretativa y personal de Camarón ha tomado con los años cuerpo en otros nombres de una estela de la que La Noche Blanca entresacó a tres. El genio de la Isla bautizó artísticamente con el nombre de Dieguito al que ahora conocemos como El Cigala. Su intervención en la noche cordobesa estuvo marcada por el excepcional perfil de su voz y la fuerza emocional de sus interpretaciones, que no en vano recuerdan a las del maestro, losa que ha pesado durante años sobre Diego y que ya parece agua pasada. Gracias a experimentos como Lágrimas Negras, El Cigala tiene ya su propio hueco, pero si echa la vista atrás aún escucha críticas que le amedrentaban con acusaciones de imitar al autor de Potro de rabia y miel. En Córdoba dejó patente su personalidad, sin obviar las semejanzas con el maestro, lejanos ya los días de preocuparse por las comparaciones.

El Francés escuchó a Camarón con diez años y desde entonces no se ha despegado de sus influencias benditas, que lleva a gala sin olvidarse de sus propios dones, tal y como demostró en La Noche Blanca.. Ahí estaba el José versátil entregado esta vez a sentenciar su arte con la pureza, en el clamor de reverenciar al monstruo mediante un derroche de voz y maneras propios de quien lleva toda la vida subido a los escenarios, de quien entiende de avatares y de quien es especialista en "baladear" la vida.

La Tana vio entrar un día a Camarón por la puerta de su casa. Había ropa tendida en medio del salón y el cantaor dijo: "Qué casa más canastera". De ese recuerdo sacó todas las fuerzas de fiera flamenca el sábado para dejar patente su respeto y admiración por el artista y las influencias que su cante exhibe del de La Isla. La fiesta podría aún proseguir, con la plaza llena y Camarón presente en voz y alma.

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