Cultura

Fiesta en el alquitrán

De la nada, a la fiesta urbana total. De la rutina diaria de coches pasando y pasando, a una apabullante concentración de público en todas las poses y actitudes imaginables. De una avenida de alquitrán humeante, a un concierto por todo lo alto en una noche de temperatura ideal, baldeando con ritmo contagioso una de las arterias de la ciudad. La Noche Blanca del Flamenco tenía sin duda en el de Chambao su espectáculo más despegado de la ortodoxia, el más apegado al público no entendido, pero por ello no menos interesado en disfrutar de una velada por todo lo alto. Tal vez por eso el revoltijo de rostros, indumentarias y edades fuera en este concierto más acentuado que en ningún otro lugar de La Noche Blanca. De acera a acera el show atrajo a miles de cordobeses, unos que iban o venían a otra cita flamenca, y muchos que iniciaban ahí un recorrido sin final a la vista.

Chambao también surgió de la nada. Su evolución ha sido tan evidente como previsible, tan acusada como inteligente. En el escenario callejero de la otra noche Lamari mostró sus últimos coqueteos con los ritmos étnicos, que han venido a sumarse al flamenco como ejes fundamentales de su repertorio. Lo que hace años comenzó por casualidad, bajo una de esas tiendas improvisadas de la playa que cobijan del sol y de la brisa, poniendo la primera piedra de lo que luego conocimos como flamenco-chill, se ha convertido con el paso de los años en un proyecto complejo que supera sobradamente aquellos primeros mimbres de mayoría instrumental y cierta sencillez. A La Noche Blanca trajo Chambao las razones por las que ha sobrevivido a la avalancha que les siguió. Ellos gritaron y la nieve se les vino encima. La ola que ellos mismos provocaron estuvo a punto de engullirles. A veces la competencia puede ser muy desagradable, sobre todo si se vuelve indiscriminada y amenaza con desvirtuar los orígenes, tus orígenes. Chambao decidió no quedarse a esperar a ver que pasaba y puso en marcha su plan de huir hacia delante. Tal estrategia le ha llevado a vivir un excelente momento musical que en Córdoba pudimos disfrutar en toda su plenitud.

Acompañada por una lujosa y cualificada banda, Lamari contagió a la avenida de punta a punta, y desmadejó un repertorio amplio, vistoso, recubierto de nuevas sonoridades en los temas de ayer y muy cuidado en todos los matices de su última entrega, titulada Con otro aire. El público engulló abiertamente el menú. Un menú exótico que iba de oriente a occidente, con el sur como referencia. No pareció importarle que Chambao pueda ser clasificado como uno de los grupos más machacados de este país, cansinamente radiado, interminablemente usado para spots, cuñas o sintonías, pero no por ello aborrecido. Ni mucho menos. Lamari se encarga de insuflarle vida continuamente, la misma que ella gana cada día para sí.

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