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Ventana a la esperanza (0-0)

  • La sobresaliente actuación de Gazzaniga en el primer tiempo y la falta de puntería de Rodri en el segundo privan de la victoria a un CCF que mereció más ante un enemigo inofensivo.

Juli se lleva las manos a la cabeza tras malograr una ocasión.

Juli se lleva las manos a la cabeza tras malograr una ocasión. / José Martínez Asencio

El cambio de año no sirvió para romper la mala dinámica en El Arcángel, pero al menos abre una ventana al optimismo en clave blanquiverde. Porque el Córdoba fue mejor que un Rayo Vallecano inofensivo que apenas si remató una vez entre los tres palos del portal defendido por Pawel y, lo que es peor, apenas dejó ver nada de la supuesta capacidad que se le presupone a su plantel. En cambio, el conjunto de Carrión, asido a la insistencia y buena complementación de Pedro Ríos y Antoñito por su costado, acumuló llegadas y ocasiones que le hicieron acreedor a un mejor resultado. ¿Qué falló entonces? Básicamente que Gazzaniga tuvo su mejor tarde bajo el arco desde que llegara a España, pues firmó un primer tiempo sobresaliente, y que Rodri no ajustó el punto de mira en la única oportunidad clara de los locales en el segundo acto, que fue la más clara de todo el partido. Sólo así se explica un nuevo empate sin goles que deja al CCF en la zona media baja de la tabla, si bien más cerca de los puestos de play off que del descenso.

Con siete cambios respecto al once de la Copa, porque todo el mundo entiende que lo que importa de verdad es la Liga, el Córdoba encaró el encuentro consciente de su importancia para el futuro a medio y corto plazo de la competición. Y eso se reflejó de salida, con un punto más de intensidad e intención que ya provocaron un primer acercamiento al paso por el primer minuto, invalidado de forma errónea por el asistente y resuelto, por si acaso, por Gazzaniga ante Rodri. Fue la carta de presentación del meta argentino, que sabe que ahora debe dar lo mejor de sí ante la incorporación de Tomás Mejías.

Ese primer susto permitió ver un inicio de partido con ritmo, porque el Rayo también mostró una cara valiente en el arranque. El estilo vallecano, más pausado, facilitaba el trabajo defensivo de los blanquiverdes, cómodos en su parcela, esperando como un zorro agazapado a su presa para salir con velocidad, a la carrera y en pocos toques. Eso sí, siempre buscando el perfil diestro de un incisivo Pedro Ríos y un constante Antoñito. Con todo, tras un aviso lejano y sin peligro de Edu Ramos, la primera gran ocasión nació desde el otro perfil, con robo y pase vertical de Javi Galán al que Rodri dio continuidad con un zurdazo repelido por Gazzaniga.

Con el Rayo mareando la perdiz en la medular, incapaz de encontrar en posiciones de ventaja a sus hombres ofensivos por una inusitada falta de precisión en el último pase -llegaba bien a tres cuartos de campo-, el conjunto cordobesista fue poco a poco haciendo más méritos para ponerse en ventaja. Y lo hizo, además, como debía hacerlo: con llegadas y ocasiones que minimizaban la falta de fluidez en el juego. Así, con rapidez en las transiciones, Pedro Ríos sirvió dos balones de oro a Juli en dos acciones consecutivas, pero ambas acabaron en paradones de Gazzaniga.

Tras más de media hora de juego de color local, el Rayo por fin se dejó ver de verdad por el área de Pawel ya camino del descanso, aunque el buen movimiento de Embarba ante Rodas no tuvo un final adecuado; el zurdazo salió junto al banderín del córner. Fue lo poco que se vio de los visitantes en un primer acto que acabó con una nueva ofensiva local, liderada otra vez por Ríos y Antoñito, a la que sólo le faltó la recompensa del gol.

Ante ese panorama, Rubén Baraja no se lo pensó dos veces en el vestuario y reforzó su costado izquierdo con la entrada como interior del lateral Diego Aguirre. Era la fórmula elegida para cerrar el principal caudal ofensivo del CCF. Y lo consiguió, aunque eso no evitó que Rodri, cayendo otra vez a la espalda de su par por el perfil diestro, y Juli, tras un buen pase vertical de Borja Domínguez dieran más faena al inspirado cancerbero rayista en el comienzo del segundo periodo.

Con el Rayo apareciendo más por los costados -Ebert conectó un envío de Aguirre sin encontrar la meta de Pawel-, Carrión efectuó su primer movimiento por ahí. Esteve al campo por Galán y Juli a jugar por fuera, desde donde al paso por la hora de juego nació la más clara del encuentro, aunque una vez más por el perfil contrario. Pedro Ríos la puso con la fuerza justa al espacio a la carrera de Rodri, pero el remate del soriano solo ante la salida de Gazzaniga se fue fuera para desesperación de la grada.

Como suele pasar en muchas ocasiones, el paso de los minutos fue poco a poco abriendo el partido. Los corsés tácticos pasaron a mejor vida y el balón empezó a vivir por momentos más tiempo en las inmediaciones de ambas áreas. Sí, de las dos, porque aunque Pawel seguía sin aparecer, el trabajo de sus compañeros se tuvo que multiplicar ante las apariciones de Ebert, por dentro, Embarba y hasta el cordobés Quini.

Para buscar la vallecana, Carrión apostó por Moha Traoré, lo que le llevó a deshacer el plan anterior y cambiar a Ríos al perfil izquierdo. La respuesta de Baraja fue dar entrada a Miku, más pólvora para ver si por fin encontraba la finalización perdida, que ni siquiera un cazagoles como Javi Guerra halló a la salida de un córner que lo dejó solo en el punto de penalti. De hecho, el primer tiro entre los tres palos de los visitantes llegó en el minuto 78 con otro testarazo, esta vez mejor dirigido, del pequeño Embarba que Pawel atajó seguro abajo.

Esa última ocasión dibujó un final de partido diferente a lo vivido hasta entonces. El Rayo jugaba, casi sin querer, en el medio campo de un CCF que terminó con dos puntas, con Piovaccari junto a Rodri tras la entrada del italiano por Ríos que devolvió, por segunda vez, a Juli al costado. Pero no hubo opción de lucir nada en ataque ante las imprecisiones propias de un epílogo que deja mal cuerpo a un equipo que fue mejor en el cómputo global, pero enlaza dos empates sin goles en un inicio de año que abre, eso sí, una puerta a la esperanza.

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