El inconveniente | Crítica de teatro

Buscando lo que conviene

Una escena de 'El inconveniente', de Juan Carlos Rubio, en el Gran Teatro de Córdoba.

Una escena de 'El inconveniente', de Juan Carlos Rubio, en el Gran Teatro de Córdoba. / IMAE Gran Teatro

Fantástico arranque de temporada el que está viviendo el Instituto Municipal de Artes Escénicas (IMAE) con su segundo lleno consecutivo, esta vez en el Gran Teatro para ver El inconveniente, de nuestro paisano Juan Carlos Rubio.

La obra de Rubio vio por primera vez su estreno en 2009 bajo el nombre de 100 metros cuadrados. Tras el éxito de su adaptación cinematográfica realizada por Bernabé Rico, en 2020 ambos deciden aprovechar la ocasión para llevarla de nuevo a los escenarios, esta vez bajo el título del filme.

El inconveniente es el protagonista y tiene un nombre propio: se llama Lola, tiene 75 años, fuma como un carretero, se bebe hasta el agua de las flores y tiene un puñado de bypass repartidos por el corazón.

Con esa carta de presentación cualquiera estaría dispuesto a comprar su piso por la mitad del coste de mercado siempre que acepte adquirirlo como nuda propiedad. Es decir, el comprador no podrá disfrutar de la vivienda, cuyo usufructo recae sobre la parte vendedora hasta que fallezca.

Como antagonista perfecto tenemos la parte compradora: Luis, un hábil hombre de negocios que firma todas las condiciones para hacerse con el inmueble. Su aparente y extremo pragmatismo le confiere una frialdad que le distancia de todo lo políticamente incorrecto que representa Lola.

Lo que en principio podría considerarse una mera operación de compra-venta y esperar a que la vieja palme se irá tornando en una relación especial que trasformará a vendedora y comprador en dos personas muy diferentes a las que se presentan al comenzar la obra. Juntas descubrirán que no son tan opuestas como pensaban e incluso compartirán el destino que la vida tenga preparado para ambos.

Sobre la puesta en escena excepcionalmente ambientada y adornada con las notas musicales de Miguel Linares, Rubio vuelve a sacar su magistral genio para conducir la obra en el ritmo e intensidad adecuado, plagado de matices y emociones que permitan fluir risas y lágrimas en el espectador.

Para ello, cuenta con un trío de lujo que interpreta de manera impecable. Marta Velilla es todo candidez y sus intervenciones un soplo de aire fresco necesario para mantener el equilibrio drama-comedia.

Cristóbal Suárez convence en todo momento y realiza con precisión medida la transición integral que sufre su personaje. Qué podemos decir de Kity Mánver. Su innato desparpajo embelesa al igual que conmueve cuando es necesario abandonar el registro cómico para descender a los infiernos. El trío de profesionales mereció con creces la ovación por parte del público al finalizar la obra.

¿Qué es la vida? Desde la antigua Grecia, pasando por Calderón, hasta John Lennon, infinidad de grandes mentes nos han deleitado e inspirado para hablar y escribir sobre esta palabra que abarca nuestra existencia. Sin embargo, cada cual debe encontrar las razones y acciones para que sea significativa. A vivir.

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