Salvajes | Crítica

¿Salvaje, quién?

Cartel de presentación de la obra.

Cartel de presentación de la obra. / El Día

Llega septiembre y el Instituto Municipal de Artes Escénicas (IMAE) inaugura la temporada teatral con lleno absoluto del Teatro Góngora para ver Salvajes, versión libre de Las salvajes en Puente San Gil, de José Martín Recuerda, representado por el grupo de Teatro Lamentable Producciones.

Salvajes mantiene la esencia de la obra original del dramaturgo granadino afanado por denunciar la hipocresía de la sociedad en su tiempo y pese a transcurrir casi 50 años del estreno, por desgracia, aún sentimos algunos coletazos hoy. Aquel grupo de mujeres reflejado en la obra que cantan y bailan con ropa corta y ceñida representa la corrupción y el vicio para la moral establecida. El autobús donde viajan es un caballo de Troya que arrasa cada población donde llega incendiando el deseo de los hombres, mancillando el honor de sus esposas abnegadas, destruyendo hogares y familias honradas.

Ninguna mujer respetable sería capaz de subir al autobús de estas Salvajes para trabajar en un oficio propio de casquivanas y meretrices. Puente San Gil se hace bastión de las buenas maneras, suspende la función y las obliga a pernoctar en el teatro. Sin embargo, este dique de contención se desmorona, no precisamente por lo que ellas traen, sino por la oscuridad que sus perversos anfitriones esconden y estas mujeres, salvajes solo por ser libres, en un canto final se rebelarán.

Juan Carlos Villanueva hace uso de su más que sobrada experiencia confeccionando una adaptación cercana al contexto actual. Su puesta en escena funcional está bien marcada por el espacio lumínico y sonoro que abarca hasta el patio de butacas. Aprovecha en todo lo posible los recursos expresivos del equipo artístico desdoblando sus personajes para crear dos líneas paralelas de interpretación: la de los habitantes del pueblo representado por una mascarada y las Salvajes, creando así confrontación entre grotesco versus naturalismo. Cada actriz y actor del reparto se entregó con generosidad a la propuesta y el público así lo reconoció con el extenso aplauso que les dedicaron al finalizar la representación.

¿Cuál es el precio debemos pagar por ser uno mismo? ¿Qué amenaza representa esto a quienes viven bajo el yugo de sus prejuicios? No existe mayor peligro que construir una sociedad bajo los cimientos de la polarización, donde la libertad deja de ser un valor universal para adquirir otro significado según el color de quien la interpreta. ¿Quién es más salvaje?

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios