Asociación Uno a Uno, el ropero social de Córdoba: “Vino un chico descalzo y se te rompe el corazón"

Solidaridad

La organización comenzó su labor en el distrito Sureste hace ya ocho años

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Los voluntarios de la asociación Uno a Uno.
Los voluntarios de la asociación Uno a Uno. / Juan Ayala

La asociación Uno a Uno, que desarrolla la labor de ropero social, se creó en la ciudad hace ocho años. Se inició con idea de ayudar a los usuarios en la zona Sureste de Córdoba, pero hoy cumplen con tareas sociales muy diversas. Fue en pandemia cuando les dotaron de una tarea más específica, a la vez que una de sus misiones fue cobrando vida. "Nos dieron esta zona para el reparto de alimentos y lo seguimos llevando a cabo hasta el día de hoy. Por su parte, el ropero empezó como algo más momentáneo, pero fue moldeándose cada vez más", comenta su directora, Elena Moiche. Aunque la labor de la asociación no queda ahí. Además de participar en la recogida de alimentos, también ofrecen clases de español para mujeres.

La responsable y coordinadora del ropero social es Pilar Garrido: “Aquí almacenamos lo que está en condiciones, porque ellos son dignos de ponerse la ropa bien, como me la pondría yo, ropa limpia", señal mientras organiza los cuartos. En estos clasificadores, se puede ver ropa de adolescentes, niños, hombre, ropita para bebé e incluso calzado. Tampoco faltan calcetines y ropa interior, mantas y ropa para el hogar. Además, también gestión artículos como cunas o cochecitos: "En dos meses hemos dado diez cochecitos y cunas unas cinco o seis”, señala Garrido.

Pilar Garrido Coordinadora Ropero Social Uno a Uno
Pilar Garrido Coordinadora Ropero Social Uno a Uno / Juan Ayala

La clasificación no es tarea fácil, ya que se tiene que estar preparado para cualquier llegada y necesidad puntual. “Hasta marzo tenemos invierno, y como siempre viene gente nueva, hay que controlar. A los niños hay que darle un poquito más porque se manchan. Ese es el control. Esto está abierto a todo el mundo que necesite ropa”, añaden desde el ropero. “El barrio se involucra con la asociación, nos llaman y no van conociendo. Ellos saben dónde traerlo todo, pero también viene gente de fuera", señala Garrido. En esta actividad diaria, notan las carencias a la hora de organizar las bolsas para los usuarios: “Lo que más nos faltan son zapatillas de deporte, porque la gente las aprovecha mucho y cuando las rompen se tiran", señala Garrido.

Clasificación Ropero Uno a Uno
Clasificación Ropero Uno a Uno / Juan Ayala

"Siempre se necesitan manos de voluntarios"

Cuando se ve la cantidad de manos que hacen falta para desarrollar la labor, Garrido señala que es imposible salir adelante sin la mano de los voluntarios. Aunque por la asociación pasan todo tipos de perfiles, hay algunos fijos que pueden llevar años ayudando, como Pilar García, María Antonia Gallardo, José Luis Rodríguez o Andrés Reche.

Para Pilar García, este voluntariado le ha aportado de forma muy significativa a su vida personal: “Esta es mi vida. Servir a los demás es lo que me gusta. Y al entrar aquí me dio el subidón, aquí rejuveneces. Yo soy del barrio y venir aquí te cambia todo. De la cabeza y el corazón. Aquí lloramos, reímos, abrazamos... Me emociono”, confiesa García. En su caso, desarrolla una labor muy específica y especial para los más pequeños, ya que todas las muñecas que les traen se las lleva a su casa, las viste y luego las trae para que los niños las puedan disfrutar en las mejores condiciones.

Pilar García y María Antonia Gallardo en Uno a Uno
Pilar García y María Antonia Gallardo en Uno a Uno / Juan Ayala

María Antonia Gallardo, de 76 años, es otra voluntaria y quiere guiar a su familia para que sigan su ejemplo. "Me trajo un amigo y llevo año y poco. Me encanta, es mucho trabajo, pero vengo con muchas ganas. Mis nietas vienen, les he hecho conocer esto porque tienen que saber qué hay en el mundo. No se sabe las necesidades que hay. Te piden hasta unas bragas y se te cae el mundo a los pies”, indica Gallardo.

José Luis Rodríguez y Andrés Reche también forman parte del equipo. “Uno ve realmente la necesidad y te cambia mucho la visión", detalla Rodríguez. A veces usa su propio transporte para ayudar en las labores y facilitar algunos trámites. En el caso de Andrés Reche, sólo lleva unos meses en Córdoba, ya que su familia emigró y ha vivido en diferentes países: “Estos centros son muy humanitarios. Ojalá hubiera lugares como este en otros países”, dice.

Mucho más que recoger prendas

Esta misión no es solo dar ropa por el hecho de que acuden personas con situaciones muy duras y que, en ocasiones, acuden a desahogarse. A veces, necesitan esos abrazos para recomponerse de su situación. “Viene gente de todo tipo y no puedes tener prejuicio", detalla Pilar García. Ella siempre hace hincapié en que es muy diferente como entrar que como salen: “Desde que ven el sistema empiezan a decirnos, gracias, y yo les digo: no digas más gracias. A mí me da mucho apuro", confiesa emocionada.

Sobre la concienciación, “yo creo que si no estás aquí no lo ves, cuando te cuentas sus historias y lo que viven en sus países. Ellos salen de ir porque tienen derecho a una vida mejor, a mejorar y ellos van donde pueden, donde tienen una referencia”, añade la directora de Uno a Uno.

De cara a los usuarios que desconocen este tipo de actividades, desde la organización mandan mensajes inspiradores. “Tienen que ver esto, aunque sea un día, si tú tienes un corazón dispuesto a ayudar, cuando veas lo que hay aquí, no lo puedes saber. Aquí me vino un chico descalzo, con un 46 de pie y le traje unas zapatillas de mi hijo, pero se te rompe el corazón, porque se ven muy necesitados", añade la coordinadora del ropero.

Voluntarios veteranos, recién llegados y gente que no para de agradecer, porque sabe cómo es el mundo afuera de estas paredes. Diferentes manos que paran su vida durante unas horas, para abrazar, a veces literalmente, a cualquiera que lo necesite.

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