La adolescencia como foco de preocupación: una mirada desde la psicología

Psicología

La catedrática Rosario Ortega Ruiz inicia una serie de artículos en los que abordará asuntos de la vida cotidiana desde el punto de vista de la Psicología del Desarrollo y la Educación

Un grupo de adolescentes llegando a clase / Javier Albiñana
Rosario Ortega Ruiz
- Catedrática de Psicología del Desarrollo

09 de noviembre 2025 - 06:59

Sufrir o disfrutar lo que a veces llamamos las cosas de la vida se convierte en tema de conversación frecuente, porque tenemos la necesidad de compartir emociones e ideas con los demás. Pero rara vez nos paramos a pensar qué sabemos objetivamente de ese asunto del que queremos hablar con amigos o íntimos. Las cosas de la vida con frecuencia se refieren a acontecimientos o hechos personales o sociales que tienen relevancia psicológica o psicosocial.

La ciencia y la práctica psicológica, en cualquiera de sus campos, cuando están bien conectadas, es decir, cuando la primera alimenta a la segunda, nos proporcionan información y conocimiento que nos permite tener ideas un poco más claras y seguras sobre lo que nos acontece. Dicho de otra forma: preguntas, dudas, inquietudes y problemas que plantea la vida personal y social buscan respuestas que están, o deberían estar, en la ciencia psicológica.

Psicología: ¿cómo funcionamos?

La psicología, como cualquier disciplina científica, tiene barreras -terminológicas, complejidad de los datos y sus análisis, alcance y limitaciones de resultados de investigación, etc.- que hacen, complejo el saber científico. Pero disponer de información sencilla, clara y oportuna sobre los problemas que enfrentamos nos ayuda ante ciertas urgencias que se presentan como “cosas de la vida”. Cada vez es más necesario acceder a conocimiento psicológico sobre lo que nos afecta: ¿Cómo funcionan nuestras emociones? ¿por qué nos invaden estados de ánimo más o menos ansiógenos? ¿por qué nos comportamos de forma que, sin desearlo, estropeamos una relación que hasta el momento nos gustaba?, entre miles otras.

La vida tiene una secuencia temporal, unos escenarios concretos y está rodeada de una red humana de vínculos y afectos desde la que tomamos decisiones. Hay periodos más tranquilos en los que el discurrir de tareas y rutinas de lo cotidiano nos permiten sentir que dominamos los acontecimientos. Hay periodos más intensos. El tránsito de la niñez a la juventud es un periodo que se presenta lleno de imprevistos y emergentes cambios que despiertan dudas e inquietudes, más o menos intensas: es la adolescencia.

Desde la salud mental al éxito o fracaso escolar, el/la adolescente parece cargado con una mochila que porta sorpresas. Por un lado, nuevas competencias cognitivas, creativas, artísticas y más prosaicamente nuevos hábitos de higiene, comida, sueño, etc.; por otro, nuevas pasiones, amistades, rechazo o aislamiento social. La cambiante personalidad y la necesidad de lograr un equilibrio emocional y afectivo genera preguntas que se hacen agudas cuando acontecen fenómenos o episodios que indican riesgos, como la autolesión o las ideas suicidas de un/a adolescente víctima del acoso prolongado de sus compañeros; o el ataque físico violento de un chico a otro -de ambos hechos hemos tenido recientes noticias en los medios de comunicación-. Ante sucesos tan dolorosos, sin duda reclamamos el conocimiento científico o experto del ámbito de la psicología: ¿Cómo se ha llegado tan lejos? ¿qué deberíamos haber sabido para prevenirlo?, ¿qué se puede prever y qué no?, ¿cómo hay que abordar procesos tan difíciles como el duelo o la culpa ante la pérdida? ¿qué es responsabilidad de la escuela? ¿cómo se aborda este y otros problemas graves en la familia? ¿cuándo y cómo hay que activar protocolos o denuncias? Las cosas de la vida reclaman niveles de información que, sin alarmarnos, sean útiles para interpretar y comprender hechos o acontecimientos de alto riesgo.

Cómo afrontar la adolescencia

Estar informados sobre la compleja vida adolescente, sus cambios físicos, hormonales, neurofisiológicos, cognitivos y afectivos, nos ayuda a afrontar esos hechos difíciles de manera más segura, emocionalmente más ajustada. Familias, profesorado, orientadores y en general adultos que tienen responsabilidad en la educación y la salud física y psicológica de los/as adolescentes debemos asumir que un conocimiento de base científica nos puede ayudar. Muchas inquietudes provienen de la nueva dimensión socioafectiva adolescente: su vida amorosa, la necesidad o no de éxito, la tensión de ser, o no, elegido, deseado o rechazado y excluido. Todo ello impacta el intenso y lábil proceso de cambio que vive su identidad, lo que lo hace más vulnerable.

Al hilo de los graves y luctuosos casos de bullying escolar acontecidos recientemente emplazamos al lector a revisar el conocimiento psicológico sobre la adolescencia, aunque no olvidaremos encrucijadas psicoevolutivas de la primera y mediana infancia, la juventud y la adultez. La quiebra de la salud mental o el desequilibrio emocional que aleja el bienestar no se presentan solo de forma abrupta: desajuste afectivo-cognitivo, ansiedad, melancolía, depresión, por un lado, y por otro: descontrol en la gestión de la ira, déficit o nula empatía y violencia, así como los graves riesgos de autoagresión, suicidio u homicidio son picos de un iceberg que siendo complejo se generan en la cotidianeidad sin que notemos nada excepcional, o no sepamos leer sus señales.

En este espacio de comunicación que nos brinda El Día de Córdoba trataremos de establecer un diálogo sobre asuntos de la vida cotidiana que puedan ser iluminados por la Psicología del Desarrollo y la Educación. Miraremos siempre desde la óptica del desarrollo, el aprendizaje y la psicología positiva, porque la psicología científica tiene, como deber cívico, la obligación de aproximar, lo mejor posible, su conocimiento a la ciudadanía. Es decir, trataremos de aportar información bien conectada con el saber científico, aligerada de las barreras y dificultades metodológicas intrínsecas a este. Llamamos a esto transferencia del conocimiento que es una obligación moral tanto de los/las investigadores como de los medios de comunicación.

(*) Rosario Ortega Ruiz es catedrática de Psicología del Desarrollo y la Educación. Prof. Emérita de la Universidad de Córdoba donde dirige el Laboratorio de Estudios sobre Convivencia y Prevención de la Violencia (www.laecovi.com) y miembro de la Academia de Psicología de España.

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