Córdoba-valencia

Asomados al abismo (1-2)

  • El CCF, que jugó a no equivocarse y dejó ver sus costuras cuando el Valencia apretó, alarga su sangría de resultados pese a mostrar mayor competitividad. La entrada de Florin, un revulsivo.

En su segundo examen consecutivo ante un aspirante a la zona champions, el Córdoba mejoró sus prestaciones, si bien es verdad que hacerlo peor que en Sevilla era poco menos que imposible. Pero como en el Pizjuán, el Valencia demostró ser un equipo mucho más hecho. Pareció no jugar a nada durante gran parte del encuentro, pero siempre mantuvo el control del mismo y, cuando apretó, rompió las costuras de un conjunto que trató de no equivocarse... y acabó pifiándola de nuevo. Son ya seis las jornadas sin ganar y cinco derrotas consecutivas -todos los choques de la segunda vuelta-, si bien es verdad que el calendario da ahora un respiro y la distancia con la permanencia se mantiene, pase lo que pase hoy en el resto de campos, en cinco puntos. Son dos partidos cuando restan catorce, cierto es, pero con la cantidad de batallas directas que quedan por dilucidar, aún no se puede tirar la toalla. Al menos mientras la competitividad se mantenga al nivel mostrado ayer, donde fallaron otras cosas, si bien no se le puede achacar al grupo que no se dejara la piel en el verde. 

Consciente de que lo que estaba haciendo no resultaba suficiente, Djukic agitó el once con el único objetivo de hacer mucho más compacto al equipo... aunque esto conllevara jugar más lejos del área contraria. Ya ha quedado claro por activa y por pasiva que lo primordial es hacerse fuerte atrás, y que los del frente ofensivo se montan la guerra por su cuenta cada vez que pueden. Visto así, la idea no era aparentemente nada mala. Y el arranque del partido así lo demostró. Porque ante un Valencia que a su indudable calidad suma mucha intensidad, hay que competir igual. 

Esos primeros minutos estuvieron salpicados de más ganas que acierto, como el que le faltó a Bebé tras una acción individual que finalizó con un latigazo desde la frontal para hallar buena respuesta en Diego Alves. El Córdoba se veía cómodo sobre el verde, aunque le faltaba dar esa sensación de peligro que desprendía el Valencia cada vez que miraba al portal del debutante Saizar. Un portero que ni siquiera tuvo que intervenir en el primer acercamiento claro de los levantinos, con una de sus armas favoritas: la estrategia. El toque de Mustafi tras un córner de Cancelo lo cabeceó Parejo sin dirección. Apenas se notaba la diferencia en la tabla sobre el terreno de juego, aunque esos focos de confianza de uno y otro advertían esas distancias siderales. Mientras el cuadro de Djukic se mostraba indeciso incluso a la hora de salir a la presión unido, el Valencia lo hacía todo mucho más mecanizado. Detalles que se reflejan en puntos, a corto y largo plazo. 

Con todo, el siguiente acercamiento, en otra acción sin hilvanar, fue una volea de Abel Gómez que Alves mandó a córner con dificultad. Otro chispazo más en un choque sin continuidad, con ambos equipos más pendientes de estar firmes en su parcela que hacer daño en la rival. Y en ese juego del error, el que falló primero fue el Córdoba, al que los movimientos del frente ofensivo ché descosieron para fabricar un golazo de André Gomes llegando al espacio mientras Rossi sólo podía seguirlo con la mirada. Llegar y no estar, clave que ejerce de diferenciador en partidos equilibrados. Sin hacer más, los visitantes ya mandaban en el marcador. Otro mazazo a la débil moral de un grupo necesitado de alegrías que se fue al descanso bajo una suave música no precisamente agradable. 

La charla de Djukic en el descanso sirvió para que el equipo saliera con un punto más de brío, pero se encontró con un Valencia que no tardó en apagar el fuego. Nuno ha construido un equipo poco vistoso, pero tremendamente efectivo. Y con eso le basta para estar entre los mejores. Hacía falta mucho más para buscar el empate y el Córdoba trató de encontrarlo en la figura de Florin. De nuevo cuatro atacantes arriba -el sacrificado fue Abel- para acercarse al modelo del éxito más reciente. Aunque fue a balón parado como el rumano dijo que ya estaba en el campo, con un testarazo que el meta ché desvió como pudo a córner; del mismo, casi conecta otro cabezazo el del filial. 

En ese arreón que levantó a la grada, Djukic dio un giro más de tuerca con Fede Vico, que sustituyó a Edimar, pero el Valencia no tardó en darse cuenta de que por ahí podía hacer daño. La jugada no le salió al serbio todo lo bien que había imaginado, pues Rodrigo y Parejo probaron a Saizar desde un perfil al que poco después se unió Feghouli para hacer más larga la autopista. El encuentro pasó a ir de área a área con suma rapidez y, curiosamente, fue el CCF el que sacó tajada, con un penalti que Heldon sacó a Otamendi para que Ghilas rompiera su sequía. 

La grada empezó a soñar con la remontada, sobre todo cuando acto seguido el argelino dejó a Florin un balón franco en una contra que el rumano no supo controlar para plantarse ante Alves. El Valencia parecía que había acusado el golpe, pero nada más lejos de la realidad. Fue a partir de ese momento cuando los de Nuno tiraron de galones y buscaron un gol que al final encontraron. Piatti, con esa pifia que encontró la colaboración de Saizar, consiguió lo que antes habían intentado Feghouli -se topó con el cuerpo de Vico en un remate a bocajarro- y Parejo. Otro palo más para la moral de un CCF que vive asomado al abismo, aunque sin gana alguna de dejarse caer..

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios