Remedio de Ánimas

Ánimas le gana la partida a la luz del sol por media hora

  • El cortejo procesional fue fiel a su tradición de recorrer las calles de Córdoba por la noche

La calle Roelas es un tapón. La masa humana que cubre todos los huecos de la plaza de San Lorenzo impide cualquier movimiento de aproximación. Al menos, se puede ver parte del atrio, del rosetón, de la fachada. No hace falta más, porque la hermandad de Ánimas se intuye más que se ve.

Aunque la luna casi llena preside en lo alto la calle Escañuela, hay luz del día aún en San Lorenzo, un elemento incompatible con los severos nazarenos del Lunes Santo. Esta circunstancia ha sido la comidilla desde hace meses en el mundillo cofrade por ver cómo reaccionaría la cofradía ante una adversidad que ha sido vencida todos los años de su historia.

Tres minutos antes de la hora fijada comienzan a doblar las campanas de la torre, un toque muy experimentado en este templo del que dice su sacristán, Pepe Bojollo, que es el que tiene los difuntos "mejor doblaítos de Córdoba".

A la hora en punto esté la cruz de guía en la calle y la piedra limpia del templo refleja aún unos tenues rayos de sol. El rosario rezado en voz alta y la voz de bronce pausada y lúgubre del campanario siguen marcando un tiempo que no llega y que se plasma en los cuellos que se estiran para lanzar la mirada a la profundidad de San Lorenzo para ver si asomaba el Cristo.

El cortejo sale lento, muy lento. Alguna voz inoportuna o el murmullo de los más lejanos rompen el ambiente de una procesión en la que los espectadores, con su silencio, son elementos activos de la misma, a diferencia de lo que ocurre en otras hermandades.

Pasada la media hora llega la noche a San Lorenzo y las tulipas del Cristo de Ánimas se asoman lentamente a la ojiva de la iglesia. Desde las alturas se sigue doblando a difuntos y los misterios del rosario se desgranan con más intensidad. La densa nube de humo que caracteriza a esta cofradía hace acto de presencia con contundencia, impregnando el ambiente de un aroma que también invita al recogimiento.

El Crucificado sale a la calle y ya es de noche. Como en el relato evangélico, los cofrades de Ánimas podrían haber entonado el "Todo se ha cumplido", porque la luz del sol no es una invitada de agrado en esta procesión. A las campanas, las avemarías y el incienso se suma el Miserere. "Et exultabunt ossa humiliata", canta el coro a la vez que el cráneo coronado y los dos fémures que van en la delantera del paso enfilan hacia Santa María de Gracia camino del centro de la ciudad.

Una vez vencido el atrio del templo, el Cristo de Ánimas comienza a incorporarse lentamente, sin sobresaltos, dentro de la naturalidad que preside este severo cortejo. Poco a poco comienzan a brillar las potencias, la corona de espinas y las azucenas de las manos sobre el paso decorado este año como un severo túmulo. Por último se descorre el velo de tinieblas. No hace falta, porque ya es de noche en San Lorenzo.

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