Desde que se nos abrió la veda para poder hacer deporte he salido cuantas veces he podido. Redescubrir las calles de Córdoba, ver que la vida vuelve poco a poco a la normalidad -que no la nueva que nos quieren imponer- me ha llevado hasta el Puente Romano y a la imagen de San Rafael que hay en él. Ayer me detuve unos instantes cuando vi que un hombre hacía fotografías con su móvil, pero no a la imagen del Custodio de Córdoba, ni al impresionante amanecer que se reflejaba sobre el Guadalquivir, sino a una pequeña nota pegada sobra la imagen junto a un clavel rojo en la que se podía leer lo siguiente: "¿Has pensado ya en lo que vas a hacer después del confinamiento?".
Sonreí al ver la imagen y leer el mensaje y me hice la misma pregunta al tiempo que reanudé la carrera de vuelta a casa dejando la cuestión de aquella nota sin respuesta y dándole la vuelta ahora que hay que vivir al día. Porque, ¿cuántas cosas hemos dejado de hacer durante estos días eternos y cuántas han sido nuevas? Y me di cuenta de que no he caído en la tentación de ir a comprar harina para hacer experimentos gastronómicos, ni tampoco en muchísimas cosas del listado que ha circulado por redes o se ha publicado en los medios de comunicación. Me reí y concluí que quizá no haya pasado del todo bien el confinamiento -que ahora se antoja más liviano con esto de ir pasando de fase a fase como en un videojuego- al no claudicar al aburrimiento o al ocio dictado e intentar sortear con cierta dignidad el encierro sin demasiada algarabía y no rindiéndome a lo evidente.
Luego volví a la realidad y comprobé que seguimos encerrados, con una economía cautiva y que el Estado necesita un bienestar social, interdependencia y no individualismo. Se trata de cuestiones muy serias y no se puede ir a la ligera y hasta el momento se están dando palos de ciego y muchos están aprovechando la coyuntura para decir aquí estoy yo ahora para darte mi apoyo -que luego ya veré-, mientras que otros han intentado lanzar un órdago y se han quedado en el camino. Parece que ninguno de ellos ni siquiera piensan en la respuesta a la pregunta que lucía ayer sobre la imagen de San Rafael y que confío en que mañana, que es sábado, continúe en el mismo sitio y pueda de nuevo volver a pensar en la respuesta para no claudicar ante grandes proezas y retos y, cuanto menos, poder seguir adelante.
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