La prórroga

La siesta (también llamada caraja) debe ir acabando, que ya mismo estamos ante las urnas loquitos todos de ilusión

Los caballos de los tiempos de Felipe II, para los que se crearon las Caballerizas Reales, seguro que eran más rápidos y estilosos que nuestro Consistorio, que, gobierne quien gobierne, más parece siempre acémila amodorrada -mula a la sombra de una higuera en agosto- que brioso corcel que cruza los caminos polvorientos de las españas imperiales. Lo digo, claro, por el asunto de las propias Caballerizas, aunque lo de la lentitud pachorrona de nuestros capitulares es algo que, sobra decirlo, por aquí sale a menudo, más que nada por ver si algún edil se pica y le da, aunque sólo sea una vez en la vida, por cumplir un plazo. Sé que exagero, es obvio, pero también exageran ellos cuando le venden al respetable una historia de compromiso social y amor por lo público que no se traga ya ni mi amigo Vicentín, y mira que el buen muchacho anduvo creyendo en los Reyes Magos hasta que cumplió los 16, cuando ya lucía un mostacho muy siglo XIXy resolvía con soltura ecuaciones de cuarto grado. Pero dejemos a mi amigo Vicente en sus cosas y volvamos a lo serio, a Caballerizas, a esa reunión que tuvo la señora alcaldesa con gente del Ministerio y que ha servido para que se le conceda una prórroga a la negociación. O sea, que el reloj que pendía sobre el proyecto de municipalizar el magnífico edificio aledaño al Alcázar se detiene y se abre ahora otro tiempo de diálogo para que la regidora y Defensa se pongan de acuerdo. Cabe esperar al respecto al menos una cosa: que a los munícipes no se les olvide que el asunto está ahí. Porque da la sensación de que en este tema más que falta de sintonía entre una administración gobernada por el PP y otra gobernada por PSOE e IU con la bendición de Ganemos lo que hay es un falta de eficacia tremenda; es decir, que alguien, seguro que muy amante de lo público y tal y cual pascual, se le olvidó el asunto y lo dejó dormitar en un cajón a la espera de que se resolviese por sí solo, cosa que ni mi Vicentín, y mira que era cándido , esperaba de las ecuaciones. Dos años quedan para los comicios y, aunque uno no quiera estresar a nadie, no estaría de más que para entonces el asunto de Caballerizas esté encaminado. La siesta (también llamada caraja) debe ir acabando pues ya mismo estaremos en las urnas loquitos todos de ilusión.

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