En el tejado

F.J. Cantador

fcantador@eldiadecordoba.com

Algo se muere en el alma

Hace unos días, recibí un correo electrónico de María José Nogueras Prados. María José es maestra, en concreto profesora de Lengua Castellana y Literatura en el Instituto de Educación Secundaria (IES) Juan de Soto Alvarado de Belalcázar. María José lleva la enseñanza en la sangre, sus padres, Carmelo y Pepita, tenían esa misma profesión. Ella me pedía que, si era posible, publicara una noticia relacionada con un compañero suyo, "mi compañero del alma", me decía, Rafael Ruiz Alonso, quien trabajó en dicho instituto durante diez años y quien falleció prematuramente. Esa noticia era que los maestros y maestras del IES Juan de Soto Alvarado le han rendido "un sentido homenaje a su "querido, añorado y polifacético compañero, que durante una década transmitió su pasión por la lengua, la literatura, la poesía y la música, no sólo a sus alumnos sino a todo aquel que lo conociera", me contaba. Ese homenaje se tradujo en que la biblioteca del centro ya lleva el nombre de Rafael Ruiz Alonso, "una biblioteca en la que se ha colocado una preciosa placa de cerámica vidriada con un poema escrito por él, acompañado de unas bellísimas ilustraciones", me explicaba. El acto contó con la celebración de un recital poético y musical con poemas compuestos por el propio Rafael.

No faltaron las palabras de antiguos alumnos y compañeros que mostraron con ellas "la impronta que dejó en ellos". Y se pudo "disfrutar de una exposición de gran parte de su corpus literario: cinco poemarios de temática variada sobre el amor, la naturaleza, la filosofía...". También se proyectaron fotos y vídeos, material con los que se recordaron "algunas de las muchas actividades que realizaba por y para sus alumnos". María José me pedía que si era posible la noticia incluyera los agradecimientos "a todos los asistentes por su compañía e igualmente a todos los compañeros presentes y ausentes que compartieron una etapa de su vida con Rafa y, especialmente, a la dirección del centro. Nunca olviden el magisterio de un profesor llamado don Rafael Ruiz Alonso", concluía. María José define a Rafa como "un profesor vocacional, dedicado en cuerpo y alma a su trabajo, además de un poeta y músico excepcional y aún mejor persona. Su pérdida fue desgarradora", insistía quien a principios del presente curso se le ocurrió homenajearlo poniéndole su nombre a la biblioteca del centro del que había sido coordinador varios años, acompañado de un poema suyo. Cuando leí la nota de María José me acordé de otro profesor que también murió muy prematuramente y cuya perdida hizo mella entre los niños de la clase de segundo curso de EGB en la que impartía sus enseñanzas. Ese profesor era don Carmelo, su padre, y esa clase era la mía. Y es que algo se muere en el alma cuando un profesor se va.

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