Las milagrosas medidas

Sánchez, como Zapatero, tiene por costumbre dar respuestas pueriles a los problemas complejos

Pedro Sánchez, que anda estos días de gira como Las Grecas en sus buenos años, acudió ayer a ver al señor presidente de este gallinero llamado España, que no es otro, al menos por ahora, que el sosainas de Mariano Rajoy. El encuentro, al menos según lo que se deduce de las imágenes, resultó afable, algo inesperado si se tiene en cuenta que Pedro y Mariano, dueto incómodo, las han tenido gordas en el ayer, como en aquel cara a cara electoral en que el líder socialista llamó indecente al líder de los populares. Ahora, sin embargo, parece que a pesar de las distancias hay algo más de sintonía, y se agradece. Aunque conviene no fiarse, porque los relatos que hicieron sus lugartenientes, el flemático Méndez de Vigo por parte del presidente y la sempiterna Margarita Robles en el caso del aspirante, tuvieron una sintonía no muy evidente, hasta el punto de que parecía que Rajoy y Sánchez habían asistido a reuniones distintas. Del socialista, eso sí, supimos al menos que tiene un plan sobre Cataluña: un plan que ahora mismo consiste en comenzar a elaborar un plan. Se mostró así Sánchez contrario a la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que supondría la suspensión la autonomía catalana, y anunció una serie de medidas legislativas a plantear en el futuro si Mariano y sus cuates se mantienen en sus pachorronas posiciones, de " perfil" según dijo Robles. Ni Sánchez ni su portavoz dieron pista alguna sin embargo sobre el mágico recetario que ellos tienen para resolver el asunto catalán, cuya oscuridad actual procede en buena parte de otro socialista que llegó a La Moncloa por sorpresa y que allí enredó todo los que pudo y supo en su ineficacia y en su tontería existencial. Sánchez, como Zapatero, también tiene por costumbre dar respuestas pueriles a problemas complejos, así que no debe ser extraño que las mágicas medidas que anuncia en el futuro no sean sino un problema añadido al problemón precedente, lo que viene a ser echarle sal al mar. Si hubiese que elegir entre la pachorra rajoyana y el adanismo sanchista quizá sería mejor no elegir nada... Salir pitando.

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