Epitafios para Óscar Puente

04 de julio 2025 - 03:06

La anécdota la ha contado varias veces el escritor Alfredo Bryce Echenique. En su familia, una de las más renombradas de la oligarquía del Perú, pero ya entre las brumas de la decadencia, siempre abundaron los personajes peculiares y raros, beatas y señoritos de vida desganada que hicieron de la indolencia criolla un arte. Entre ellos estaba Marcos Porras, un tío limeño y solterón que bordaba en sus camisas el blasón de no haber trabajado en su vida, pese a que su situación económica era paupérrima. Cuando murió, como epitafio escribieron en su lápida “Aquí sigue descansando Marcos Porras Echenique”.

En general, es importante que todos seamos precavidos y tengamos redactado un buen epitafio para grabar en la lápida que será la efímera memoria de nuestro paso por el mundo antes de ser tragados definitivamente por el olvido. Si no, corremos el peligro de que nos lo escriban otros, como le pasó al bueno de Marquitos Porras, y aprovechen tal circunstancia para venganzas a las que no se atrevieron en vida. Tal fue el caso del que, en el sepulcro de su esposa, puso “Aquí yace mi mujer, fría como siempre”. O aquellos desolados progenitores que usaron el mármol de la lápida como documento de acusación: “En este sepulcro descansa, Ángeles Pordán [nombre falso]. Sus padres no la olvidan. Su marido lo hizo a los tres meses de morirse”. No se entiende por qué hay algunos que quieren cargarse la institución sagrada del matrimonio, con lo entrañable que puede llegar a ser.

Le deseo una larguísima vida biológica al ministro de Transportes, Óscar Puente, pero creo que debería ir pensando ya en su epitafio, aunque solo sea el político. No se concebiría que, en una futura crisis de Gobierno, el responsable del gran caos de los transportes patrios no saliese con los pies por delante del Consejo de Ministros. Óscar Puente debería adelantarse a las canalladas de sus enemigos (pero especialmente de sus actuales amigos) y buscarse un buen epitafio. Algo así como: “Aquí yace la memoria política de quien usó las redes sociales como un arma cargada de futuro contra la ola reaccionaria de jueces y periodistas”. Bonito y culto. Si no, algún cayetano cabrón le escribirá: “Aquí yace Óscar Puente, los usuarios del Ave y Barajas no lo olvidan”. O: “Párate caminante y reflexiona. En esta tumba duerme uno de los principales responsables de la destrucción del sistema ferroviario español, gloria que le fue efímera”. En cualquier caso, RIP.

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