Obsesión

Se nota un sentimiento de hostilidad hacia la UE por culpa de las absurdas obsesiones reglamentistas

Me llegan al móvil las filmaciones de los tractores y camiones que rodean las principales ciudades europeas en protesta por la política medioambiental de la UE. Y de pronto me acuerdo de lo que me contó mi hija hace poco sobre las vicisitudes burocráticas que tuvo que pasar –una prueba digna de El juego del calamarpara liberar unos miserables relojes con pilas retenidos en una aduana por no se sabe qué ignota normativa comunitaria. Luego leo que la UE se ha propuesto penalizar el consumo de aire acondicionado a partir de 2024 y que hará todo lo posible por limitar la emisión de gases fluorados. Supongo que eso implicará mayores precios en equipos e instaladores, mucho más papeleo y una normativa compleja que volverá locos a los pequeños empresarios y a los comercializadores (en medio de olas de calor cada vez más intensas). Y para terminar, me acuerdo del papeleo que se nos ha exigido a unos cuantos pringados para participar en unas modestas actividades en bibliotecas municipales. Salvo exigirnos entregar una libra de nuestra carne más próxima al corazón –como hacía el usurero Shylock en El mercader de Venecia– hemos tenido que entregar más papeles y certificados de los que vamos a usar en todas nuestras actividades. Todo es burocracia, burocracia y más burocracia, ya sea a nivel municipal o autonómico o nacional o europeo. Libras, kilos, quintales y toneladas de papeleo inútil que sólo perjudican a los pobres usuarios que pretenden ganarse la vida, pero que permiten vivir muy bien a una burocracia europea que se pela el culo en la agotadora tarea de empujar papeles con la nariz.

Por primera vez se nota un sentimiento creciente de hostilidad hacia la UE por culpa de las absurdas obsesiones reglamentistas. Sin que nos demos cuenta, la UE se va pareciendo cada vez más a la soñolienta Kakania de Robert Musil que retrataba los últimos estertores letárgicos del Imperio Austro-Húngaro. Todavía vemos más beneficios que inconvenientes en la actual Unión Europea, pero está claro que la política actual de sus dirigentes –obsesionados hasta lo patológico por la sostenibilidad ambiental– provocará el empeoramiento de nuestras condiciones de vida y va a causar una desafección cada vez más acusada entre los ciudadanos. Los agricultores y los camioneros están dando el primer aviso. Vendrán otros.

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