Todo es muy raro

El discurso feminista acusa al capitalismo de la opresión a las mujeres. Pero ¿hay más opresión en Suecia que en Venezuela

Todo es muy raro. En una convocatoria para la marcha feminista de ayer del 8-M se veía una mujer con el hiyab islámico. El hiyab es el velo que recubre por completo el cabello de las mujeres, ya que en los países islámicos las normas religiosas consideran pecaminoso que las mujeres enseñen el pelo, cosa que por lo visto puede hacer pecar a los varones o convertirlos directamente en licántropos. En Irán, por cierto, hay una Policía de la Virtud que recorre las calles identificando a las mujeres que no llevan el hiyab o lo llevan mal puesto. Y hace dos años las cosas fueron tan lejos que varias mujeres iraníes fueron encarceladas por negarse a llevar el velo reglamentario, y hasta una de ellas –Masha Amini, honor a ella– murió cuando estaba detenida por la policía. De esa muerte, por cierto, se habló muy poco en España. Y en cambio, cuántos y cuántos charlatanes proclamaron histéricamente su protesta por el beso a Jenni Hermoso. Y ya que hablamos de velos, convendría recordar que en los informativos que nos informan sobre los terribles bombardeos en Gaza no aparece ninguna mujer que no lleve el reglamentario velo islámico. Ni una sola. Eso no justifica, por supuesto, los bombardeos israelíes, pero me llama la atención que nadie haya reparado en ese curioso hecho: ¿no hay una sola mujer en Gaza, una sola, que no se atreva a salir a la calle sin el velo impuesto por los hombres y vigilado por los hombres y castigado –si no se lleva– por esos mismos hombres?

En un campus americano, hace algunos años, surgió la idea –o más bien la superchería ideológica– de acusar al hombre blanco heterosexual de todas las opresiones e injusticias sufridas por las mujeres a lo largo de la historia. Y esta chatarra ideológica –porque es chatarra que no resiste un análisis realista– ha sido aceptada y validada y asumida. De hecho, ya es incuestionable en muchos discursos feministas, que además identifican la opresión de la mujer con el sistema capitalista, como si no existiera opresión en los países socialistas o que se dicen socialistas (¿hay más opresión en Suecia que en Venezuela? ¿Viven peor las mujeres suizas que las cubanas?). Bien, todo eso da igual. Esa chatarra ha sido aceptada como dogma de fe. Y ahí tenemos a esa mujer velada que se nos presenta como una luchadora en favor de la igualdad de la mujer. Sí, amigos, todo es muy raro.

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