Por mi banda

Raúl / Díaz / Rdiaz@ Eldiadecordoba.com

Mártires vocacionales

EL globo se ha pinchado. Ya. A Córdoba, la ciudad extremista, le cuesta asimilar las épocas de bonanza y las fases críticas. En todos los sectores y disciplinas, alrededor de todas las iniciativas, lo bueno se mancilla y lo malo se machaca. El fútbol no es una excepción, sino el paradigma de ese carácter voluble. Endémico. Senequismo, de puertas adentro. Me refiero a los mártires vocacionales, compulsivos, empeñados en amargar (se) la vida con una perspectiva enrevesada y maligna de todo lo que les rodea. ¿Por qué? ¿Y por qué tan pronto?

El Córdoba no es el mejor equipo del mundo, ni va a subir a Primera la semana que viene. Tampoco es el peor, ni compite en la misma categoría que el Cádiz.

Madre mía. Qué despropósito. Todos tenemos filias y fobias, pero no es cuestión de sacarlas todas de golpe, ni de forma interesada, según cómo sople el viento. Ya somos mayorcitos para saber distinguir lo bueno de lo malo. Barrio Sésamo cumplió con su labor didáctica. Por si acaso, si usted todavía anda buscando el camino, permítame una retahíla de consejos.

No se deje contaminar. Disfrute con su equipo. Lamente ese gol en contra, pero recuerde: sólo es un gol. Sólo es fútbol. Charle con su compañero de butaca, con su colega del curro, con su hermano. Si tiene tiempo libre y dinero, pasee por Vitoria con la camiseta de su Córdoba y departa con los hinchas del Alavés. Gane. Pierda. Empate, quizá. Pero, por encima de todo (personas, cosas, animales, plantas, balones), no se martirice. No merece la pena.

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