Veredas livianas

Noelia Santos

nsgemez@eldiadecordoba.com

Historia de feminismo

Para quienes no supimos escuchar lo que la vida nos estaba enseñando a través de sus palabras

Las cuentas bien claras en la cabeza y el feminismo latente sin apenas percatarse de la lucha que encabeza. Maneras calladas de batallar desde un rincón de la Campiña o del Valle del Guadalquivir. La pelea en unos riñones destrozados que han sufrido por coger los huevos de estas y esas gallinas, los pimientos y los tomates para la sobrina y la hermana y las manos callosas de limpiar la tierra para que siempre esté latente.

Mujer rural de aquí y de allí, olvidada cuando no existía Twitter, olvidada en su propia casa, más ajena la sociedad de ella que ella de la sociedad. Aislada entre las casas blancas que coronan los destinos vacacionales de los otros, subiendo cuestas, bajando escaleras, asistiendo con pasión a la misa del sábado por tarde y a la procesión de su Virgen. Esos santos colocados en las cristaleras, protegiendo ellas más que ellos casi con total seguridad.

Abnegada cuidadora de los hijos y los olivos, sufriendo la precariedad más que nadie, levantando la voz muy bajito para empezar a ser escuchada por quienes nunca debieron obviar su existencia. El trabajo necesario y exageradamente duro, apenas sin queja y sin grito. Ese trabajo que fue, que es y que seguirá siendo necesario y esencial para aquellas que nada tenemos que ver con ellas y que antes no supimos darnos cuenta ni entender lo que nacía y brotaba de esa forma de hablar, de esa manera de conoce todo lo de su alrededor.

Para quienes no supimos escuchar lo que la vida nos estaba enseñando a través de las palabras que ellas pronunciaban. Quienes apenas percibimos que no sabríamos caminar si ellas no hubieran aprendido a hacerlo así de bien allí donde se cogen más espárragos y se roban esos higos.

Por ellas y todo lo conseguido y contra el clasismo que existe en este movimiento que debería tenerlas a ellas, si no las tiene ya, como la base que sustenta las pancartas, el suelo en el que brotará más y mejor hierba si lo labramos a raíz de los consejos que nos den sin tan siquiera saber que lo están haciendo o a sabiendas, quizá, de todo lo que hacen.

En su pueblo y en su campo, en sus recuerdos de todo lo que tuvo que pasar y en su constancia por el mañana depositaré las ganas de seguir adelante con esta lucha que no cesará mientras ellas sigan de ejemplo y sean reconocidas tal y como se merecen. Día de la Mujer Rural o historia de feminismo.

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