La autoestima del presidente andaluz está en máximos. Y su opinión sobre el primer ministro español, en mínimos. Se deduce del debate de esta semana en el Parlamento regional. El exagerado culto a su persona de sus subalternos y su Canal Sur no ayuda a Moreno a tomar tierra. Se ha convertido en un parlamentario eficiente, pero a veces levita. El exceso de incienso confunde los sentidos; por eso se queda atónito ante las críticas de la oposición. Según su idílica versión, él ha conseguido una estabilidad inédita, que ha metido a la región en una senda de progreso imparable.

Y siguiendo el inmoderado relato, ha convertido a Andalucía en un motor de España. Su consejero de Presidencia explicó ufano hace días, que gracias a su jefe Andalucía ya es “la tercera economía de España”. Por cosas como esta, la mejor oradora de la sesión, Inmaculada Nieto, hizo una rechifla de tanto autobombo: “han inventado la rueda”. El PIB andaluz era el tercero de España con Franco, en la transición y durante las décadas de gobiernos socialistas, detrás de Cataluña y Madrid. Eso sí, el PIB per cápita estaba entre los peores del país; hasta ahora, que es el último. Así, que poco motor y mucha propaganda.

El otro protagonista de los desvelos del líder del PP es Pedro Sánchez, a quien pintó el miércoles como el único obstáculo de la comunidad autónoma para alcanzar cotas más altas de prosperidad. Si se suprimen las citas de Moreno al presidente del Gobierno, su tiempo en el debate se habría reducido a menos de la mitad. No es obsesión, es táctica electoral. El portavoz parlamentario del PP lo clavó en frase lapidaria: “Convocar elecciones generales un 23 de julio es antidemocrático y como esa decisión, prácticamente todas las que ha tomado el señor Sánchez”. Es otra versión ultra del gobierno ilegítimo pero no en boca de Vox, sino del vocero de Moreno.

El presidente andaluz acertó en alguna queja. Cómo que el Gobierno de la nación no haya resuelto una financiación autonómica que perjudica a Andalucía. El modelo se estableció con Zapatero, y no lo han corregido ni Rajoy, ni Sánchez. Admitió como suya y de su gobierno la propuesta de legalizar los regadíos irregulares en la corona norte de Doñana. Pero, en realidad, es una proposición de Vox en noviembre a la que se sumó el PP. Aquí, él mismo hace de vocero de Vox. Le admitió a Nieto que ha gestionado mal el pago del bono joven de alquiler. Desbarró contra la PAC, como hacía el PSOE hace ocho años. Y entre él y su portavoz se pusieron tan buena nota, que donde antes el PSOE hacía tramposos acuerdos de concertación social para comprar paz social con la CEA, UGT y CCOO, ahora ellos hacen virtuosos pactos con los mismos interlocutores y objetivos. Como le dijo la portavoz de Por Andalucía: según ustedes, antes los socialistas ganaban por voto clientelar, ahora el PP gana porque convence.

El presidente está construyendo un régimen que cree que durará décadas. Y eso no le invita a la moderación ni a la humildad.

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