Cambio de sentido

Cursillo posmatrimonial

La salud mental y anímica no puede ser un lujo sólo al alcance de quien puede pagarse una consulta privada

No sé si conoce la noticia, se la leo: Dinamarca obligará a las parejas que se quieran separar a pasar por terapia. Con ello -sigo leyendo- las autoridades tratan de reducir el coste público de las rupturas y minimizar el dolor personal, mejorando la comunicación de la pareja. Pordiós que no cunda el ejemplo, que por esta vez el civilizado viento del Norte no despeine nuestros cráneos carpetovetónicos; lo que nos faltaba a nosotros es tener que hacer por narices un cursillo posmatrimonial para conseguir los papeles del divorcio. Esto que digo no desmerece la labor y función de profesionales de la psicología, terapeutas de pareja y de mediadores sociales y familiares. Todo lo contrario: cuántas Bernardas Alba, cuántas lágrimas de Yerma, cuánto romance de la pena negra, cuantísimas bodas de sangre se ahorraría España si tuviésemos la humildad, las ganas verdaderas y el valor de dejarnos ayudar y acompañar por expertos. Ahora, eso de que el Estado obligue a "minimizar el dolor personal" de sus ciudadanos tiene algo de macabro. No sé a qué biempensante se le ha ocurrido injerir así en la vida de las gentes y conminar a quienes probablemente ya no se tengan nada que decir a que se sigan hablando para seguir empeorando la cosa. Entre quienes rompen puede haber situaciones de dolor, abandono, ira, desamor y desconsuelo que más bien requieren tiempo y distancia definitiva. Y ya ni hablemos de circunstancias de maltrato encubierto o dependencia afectiva, "siéntese ahí, señora, junto a su donjuán fachendoso, que fijo que esto lo arreglamos". Nada se adelanta obligando a sentar a un marmolillo en un diván.

La noticia que nos llega de Dinamarca choca con la realidad de España: leo que en nuestra sanidad pública hay 4 psicólogos por cada 100.000 habitantes; las listas de espera son eternas; quien sufre un trastorno en su ánimo, ansiedad o tiene problemas adaptativos es tratado casi enteramente a base de pastillas. Este mismo año se han mandado más de 400.000 firmas al Ministerio para que la figura del psicólogo se incluya desde el primer eslabón sanitario. La salud y el bienestar mental y anímico no puede ser un lujo sólo al alcance de quien se puede costear una consulta privada, ni puede estar sólo a expensas de la medicación y negocio farmacéutico. Tanta frivolidad y violencia hay en obligar a hacer terapia de pareja como en que no haya psicólogos que doten de herramientas duraderas a quienes les duele el aire, el corazón y el sombrero.

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