Economía

30 años de la intervención de Banesto y de la caída de Mario Conde

Mario Conde, en 1997 en una de sus visitas a los juzgados

Mario Conde, en 1997 en una de sus visitas a los juzgados

Este jueves se cumplen 30 años de la intervención de Banesto, una entidad que puso en jaque al resto del sistema financiero español y que había catapultado a la fama a Mario Conde, un carismático banquero al que muchos vieron opciones en el mundo de la política.

Aquel 28 de diciembre de 1993, coincidiendo con el Día de los Santos Inocentes, el Banco de España destituyó al consejo de administración de Banesto, incluido al presidente, Mario Conde, por un desfase patrimonial que luego cifrarían en 605.000 millones de pesetas -más de 3.600 millones de euros-.

El Gobierno de Felipe González, con Pedro Solbes al frente del Ministerio de Economía y Alfredo Pérez Rubalcaba como ministro de la Presidencia, trasladaron a la opinión pública que la intervención de la entidad se hacía para proteger el interés de los depositantes.

El Banco de España confió en Alfredo Sáenz, entonces vicepresidente del BBV y posteriormente mano derecha de Emilio Botín como consejero delegado del Banco Santander, para que asumiera temporalmente las riendas de Banesto.

Pero la intervención del banco no evitó que los clientes retiraran entre 75.000 y 100.000 millones de pesetas, ni tampoco que en su regreso a Bolsa el 1 de febrero de 1994 las acciones de Banesto salieran a un precio de 855 pesetas, muy lejos de las 1.900 pesetas del día de la intervención.

A finales de abril de 1994, el Banco Santander se hizo con Banesto con una oferta cercana a los 313.500 millones de pesetas, a razón de 762 pesetas por acción, y se adjudicó una entidad por la que también se habían interesado el BBV y Argentaria.

Hasta 2013 el Banco Santander mantuvo como entidad independiente a Banesto. La propia Ana Botín lideró Banesto desde 2002 hasta 2010, cuando pasó a ocuparse de la filial británica del Santander, de la que regresó en septiembre de 2014 para asumir la presidencia del grupo tras el repentino fallecimiento de su padre, Emilio Botín.

El periplo judicial

La intervención de Banesto puso fin a la ascensión de Mario Conde, considerado entonces un advenedizo de la banca, y frenó la expansión de la entidad, que llegó a acumular una importante cartera industrial y estar entre los cinco grandes del sector financiero español.

Conde comenzó su aventura de Banesto en octubre de 1987, con una fuerte inversión que lo convirtió en uno de los mayores accionistas a título individual, con lo que consiguió inicialmente un puesto en el consejo de administración y, más tarde, la vicepresidencia y la presidencia de la entidad.

Se inició entonces una nueva etapa en el banco, con grandes proyectos, algunos de ellos frustrados, como la salida a bolsa de la Corporación, que obligó a Conde a iniciar la venta de las llamadas "joyas de la corona", como el grupo cementero, Petromed y una importante participación en la Unión y el Fénix, entre otras.

A medida que las cuentas de Banesto empeoraban, Conde inició su desembarco en los medios de comunicación con la compra de importantes paquetes en Antena 3 TV, El Independiente, la revista Época o el diario El Mundo, además del frustrado intento de compra de La Vanguardia.

Pese a una ampliación de capital y de un plan de saneamiento, el Banco de España acometió su intervención, una vez detectadas las minusvalías que acumulaba el banco, sus escasas provisiones y la morosidad de sus créditos, lo que llevaba a un quebranto patrimonial superior al medio billón de pesetas (3.000 millones de euros).

Las inspecciones de Banesto, no obstante, comenzaron un año antes, en concreto en marzo de 1992, ante la sospecha de que la inversión crediticia tenía mayor morosidad que la que afloraba en los balances.

La entidad trató de subsanar estos errores mediante una ampliación de capital de 130.000 millones dirigida por el banco estadounidense JP Morgan, pero no fue posible, por lo que continuaron los problemas de tesorería y empezaron a surgir otros de financiación en el mercado interbancario.

Es ante esta situación cuando se materializa la intervención y comienza el periplo judicial de Mario Conde. En 1994 ingresó por primera vez en prisión, de donde salió 34 días más tarde tras pagar una fianza de 2.000 millones de pesetas.

Tuvo que volver a Alcalá-Meco en febrero de 1998, prisión en la que estuvo recluido 17 meses en diferentes grados, tras ser condenado a cuatro años de prisión por el caso Argentia Trust -desaparición de 600 millones de pesetas de Banesto-.

En el año 2000, seis años y tres meses después de ser destituido como presidente de Banesto, Mario Conde fue condenado a diez años de prisión por su gestión al frente del banco, lo que convirtió en presidiario al hombre que a principios de los noventa fue considerado modelo de banquero y empresario y llegó a codearse con las grandes fortunas y con el Rey. 

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