Athletic b-córdoba

Una terapia peligrosa (1-2)

  • El Córdoba aprovecha la endeblez en las áreas del filial para recobrar confianza con otro triunfo agónico. Dos goles en sus dos únicos tiros a puerta tapan la falta de solidez y fútbol.

"Si ganamos, no podemos decir que hemos cambiado todo". La frase de Stankevicius el pasado jueves debe verse hoy como una premonición del lituano, que sabe como pocos de qué va esto. Básicamente, porque en su análisis previo, acertó de pleno. El Córdoba ganó en San Mamés, que era lo primordial dada su decadencia en la tabla, pero mantuvo los mismos pecados sin expiar de semanas anteriores. ¿La diferencia? Pues que esta vez enfrente estuvo un rival inocente a más no poder en las dos áreas, algo que condena su buen trato de balón para dejarlo como farojillo rojo de la clasificación. Eso no esconde que los puntos otorgan, además de un respiro numérico, confianza para seguir en la pelea por el ascenso, algo importantísimo para seguir dando pasos que permitan batallar con más garantías de éxito con los rivales directos, esos que tienen argumentos para no perdonar las bondades defensivas de un equipo que, al menos, recuperó la pegada en Bilbao. Y lo hizo con una efectividad plena, pues sus dos únicos disparos a puerta, ambos con protagonismo de Florin y con origen a pelota parada, acabaron en la red de Remiro. Un respiro, sobre todo, para un tramo final que volvió a ser agónico y con Razak mitad héroe mitad villano.

La visita a La Catedral sirvió para evidenciar dos cosas principalmente: que el Córdoba se siente ahora mucho más cómodo cuando actúa a domicilio y que la semana de entrenamientos sin público sirvió para preparar un planteamiento distinto, aunque sólo fuera en la forma. Empezando por lo primero, la victoria ante el filial del Athletic Club alarga a tres las salidas consecutivas sin perder, con una serie de 7 puntos de 9 que sirve para minimizar los continuos tropiezos en El Arcángel. Todo con un dibujo nuevo, un 3-5-2 en ataque que a la hora de mirar para el portal propio pasaba dos mediocampistas a la zaga con el único objetivo de dar mayor consistencia y arropar a Razak, pero que no dio más muestras de solidez que el anterior. Porque el filial rojiblanco atacó más, que no mejor, remató media decena de veces en posición franca, en varias ocasiones en acciones de estrategia, pero cuando no se topó con el meta ghanés, el desacierto hizo el resto. Todo lo contrario que pasó con los blanquiverdes, que sin tener balón ni presencia ofensiva más allá de la que siempre ofrece Florin, golpeó poco pero a la perfección para llevarse tres puntos valiosísimos que, a la espera de lo que ocurra hoy en el cierre de la jornada, lo acercan a apenas dos puntos del segundo billete directo a la élite.

Con dos equipos con similar patrón de juego, el filial se vio de inicio mucho más habituado, y eso se tradujo en un mayor empuje y dominio ante un rival que tardó en saber qué tenía que hacer. Los locales buscaban el juego por fuera -Etxeberria intentó sorprender con un centro-chut que salió ligeramente alto-, encontrando resquicios a pesar de la acumulación de hombres de negro al borde del área de Razak. El Córdoba no sufría, aunque más por falta de espacios que por concepto, solidez o intensidad, pues esa mala costumbre de defender con la mirada y flotar la presión parece que va a costar de erradicar. Es más, hasta se permitió el lujo de volver a descuidar una marca en una falta lateral para que Guarrotxena cabeceara muy alto. No pasó nada por la candidez bilbaína, y es que no es casualidad que sea el equipo menos goleador de la categoría.

La tendencia del partido empezó a cambiar al paso por el cuarto de hora, justo cuando llegó la primera combinación larga de los blanquiverdes. Paciencia en la medular, aunque el final era el mismo: balón a la espalda de la zaga buscando los desmarques de ruptura de Florin. Y para dar forma a ese giro, nada mejor que marcar. La pizarra de Oltra dio resultado, con algo de fortuna, pues tras un remate fallido de Xisco, el pichichi Andone hizo el resto. El gol tranquilizó por fin al Córdoba, que empezó a defender con algo más de orden, a mover en contadas ocasiones la pelota y a pisar el área rival, aunque ni Xisco ni el rumano acertaron para estirar la distancia.

El Bilbao Athletic había desaparecido por momentos, y tuvo que esperar a un desajuste defensivo con mala salida de Razak -vaya nervios- a tapar a Iriondo para volver a meterse en el choque; Luso resolvió mandando a córner in extremis. Ziganda adelantó las líneas para jugar cada vez más en campo contrario, poniendo un caramelo a los espacios que los blanquiverdes no terminaron de leer bien antes del tiempo de descanso, al que se llegó con un susto mayúsculo: la zurda de Aketxe hizo temblar la portería con un disparo que repelió el poste. Era difícil ver algo mejor que el resultado, que a fin de cuentas era lo importante.

Para el episodio definivo, el CCF reforzó su idea con la entrada de Fidel por Xisco, que debía aportar más movilidad y control; Ziganda hizo lo contrario y buscó la pólvora en Villalibre para dar compañía a un desasistido Santamaría con la idea de borrar al menos la candidez ofensiva. De salida, el movimiento le sirvió para mandar de nuevo, ante un Córdoba aparentemente cómodo en ese rol de esperar y salir rápido. El problema principal es que sin la solidez de meses atrás, ese juego es arriesgadísimo y normalmente sólo puede salir bien ante equipos tan inocentes como este filial, que en un par de minutos tuvo el gol en un libre directo alto de Aketxe y una contra a la que Villalibre no supo ni poner el broche con un disparo o un centro. Consciente de qué le faltaba a los suyos, el técnico local apostó por una variación táctica, dejando cuatro atrás para tener más presencia. No le sirvió de nada, porque en la primera ocasión que Iriondo tuvo que actuar como lateral puro cometió un penalti claro sobre Florin que Fidel transformó en un tranquilizador 0-2. Otro golpe cuando peor pintaba el horizonte. ¿Llegaría ahora la calma? Va a ser que no...

Con todo perdido y la necesidad imperiosa de reaccionar por sus problemas clasificatorios, el filial bilbaíno apretó y el partido pasó a jugarse en el medio campo visitante, a pesar de los intentos por contemporizar del Córdoba, mucho más escasos de lo que el guión requería. Pero ese aumento del ímpetu no tuvo acompañamiento en la pegada del Bilbao Athletic, que asustó con dos nuevos remates francos a salida de sendos saques de esquina de Yeray y, sobre todo, Santamaría, que se topó con una mano salvadora de Razak. El meta había evitado un disgusto, pero no pudo espantar la psicosis de los minutos finales que persigue al equipo al colaborar en el tanto de Aketxe al filo del 90', que obligó a un descuento con un par de remates que hicieron revivir las peores pesadillas. Por suerte, el marcador no se movió más. El Córdoba ganó, aunque para acabar con su crisis de identidad necesita una terapia más potente y menos peligrosa que la que utilizó en San Mamés.

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