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Con el paso torcido (0-0)

  • El CCF no da continuidad a su primer triunfo y cede otro empate ante un rival directo Borja García, en el último segundo, tuvo la mejor ocasión de un equipo sólido pero atrancado arriba

Uno puede ver la botella media llena si se detiene en que el CCF habita fuera del descenso, eso sí, a la espera de lo que ocurra mañana en el duelo directo entre el Deportivo y el Elche. Otro puede ver la botella medio vacía si se para a ver que el conjunto blanquiverde sigue sin ganar en El Arcángel. Y si prefiere no coger la botella, se queda con el partido ante el Levante, la cruda realidad de un equipo que ya se ha dado cuenta de que la única forma de crecer es a través de su fortaleza defensiva, aunque para ello es necesaria una mayor aportación ofensiva. Si ésta no llega, el cero a cero es inapelable. Y así fue ante el conjunto granota, un nuevo rival directo que salió con vida de la ribera del Guadalquivir, con el premio que se había propuesto conquistar. Así fue porque Borja García mandó al limbo la última en el último segundo, pasado ya ese minuto 93 que esta vez no pudo ejercer de talismán. Mejor dejarlo para otra ocasión en la que haga más falta...

Como no podía ser de otra forma, viendo el rival y sus intereses, el partido fue competido hasta el punto de hacerlo aburrido. Mucho juego subterráneo, muchas imprecisiones. Queda claro que ambos equipos se sienten más cómodos viéndolas venir, dejando hacer al adversario para aprovechar luego un error, un desajuste o un acierto propio, siempre que la eficiencia y la eficacia aparezcan de la mano cuando se pise el área contraria. Y eso no suele ser tónica habitual, más bien todo lo contrario. De ahí la situación en la clasificación, donde toca mirar al fondo y no al cielo.

El Levante no tardó en presentar sus credenciales, su objetivo: mantener la pelota lo más lejos posible de su portería. Transiciones rápidas, mezclando el juego directo para dañar o sacar partido de las segundas jugadas, y la salida por bandas en pocos toques, sobre todo tras robo. Con ese planteamiento, al CCF ya no le valía de mucho el guión que tan bien salió en San Mamés. Por eso, y tirando del manual que desde el primer momento puso encima de la mesa Djukic, le tocó amasar más el balón, aunque con la dificultad propia de tener enfrente una muralla que basculaba a la perfección desde su repligue y que trataba de sorprender adelantando líneas de vez en cuando. La paciencia, la calma, pasaban a ser las mejores compañeras en este viaje mojado y nada plácido.

Y si esto no sale, siempre hay lugar para la estrategia, un arma que tanto Lucas como Djukic exprimen cada vez que pueden. Pantic fue el primero en intentarlo, pero se topó con Mariño, algo que ya más avanzado el choque le pasó también a su compañero de zaga, Íñigo López, con Simao Mate. Aunque para clara, un testarazo de Deivid tan solo que ni él llegó a creérselo que se fue fuera; cierto es que estaba en posición antirreglamentaria, pero el asistente no lo había visto, y una internada de Campabadal con ayuda de Luso que Iván López desbarató cuando Borja García ya tenía la pierna cargada. En el debe visitante en el primer acto, apenas una a volea en un rechazo de Nikos que ni siquiera encontró los palos y un cabezazo a la carrera de Ivanschitz que acabó en las manos de un Juan Carlos bien colocado. Bueno, eso y un susto que el propio meta gestionó al medir mal una sesión de Íñigo y dar metros a Barral.

Ni Lucas ni Djukic parecieron descontentos con lo visto y decidieron no mover ficha en el intermedio. Los mismos protagonistas y el mismo patrón aparente, aunque de salida asustó el Levante con una llegada hasta la línea de fondo de Iván López continuada por Barral en el primer palo para sacar astillas del poste blanquiverde. Esa acción permitió que los granotas se asentaran antes en el terreno de juego, pasando a mandar ligeramente. No más de lo que lo había hecho el CCF antes del paso por los vestuarios. Aunque sí con más peligro. Como el que trajo un testarazo a quemarropa de Ivanschitz, tras el monumental despiste de Campabadal, dormido al envío de Barral, que Juan Carlos repelió abajo antes de que Pantic mandara la pelota al limbo.

El Córdoba estaba, pero no estaba. Sin saber muy bien por qué, el equipo se fue del partido. Necesitaba un empujón para recuperar su sitio. Casi lo consigue una arrancada de Ghilas que levantó al público aunque no tuvo consecuencia alguna. Así que viendo el panorama, Djukic miró a su derecha y buscó el botón de encendido con la entrada de Fede Cartabia. Toda la carne en el asador con el equipo de lujo para tratar de romper los roscos del marcador. Aunque de momento lo único que se quebró fue el orden táctico, alocando más un choque con más ida y vuelta y más espacios. Eso provocó ya de entrada de Lucas retirara a Nikos, amonestado, para protegerlo de una segunda amarilla.

Quedaban unos 25 minutos y el cuadro local al menos pasaba a controlar otra vez la situación, a sentirse más calmado con balón y sin él. Y a mirar a la puerta granota con peligro, pero sin tino. Baste el remate de zurda de Abel tras una buena conexión entre Borja y Ghilas que se fue desviado. El ataque estaba lanzado, pero no a lo loco. No perder ya era un buen premio tras haber salido del descenso, pues cuando uno viene de tan abajo, todo lo que sea sumar es bien recibido. Sobre todo cuando enfrente el rival ya empieza a contemporizar más de la cuenta, a tirar de ese otro fútbol que aparece siempre cuando el encuentro llega al minuto 80.

Con todo, siguiendo su papel, el Córdoba siguió intentándolo, ya a arreones, sin un juego continuo ni fluido, aprovechando el fuelle que en la última línea le dio el aire de López Silva. Su entendimiento con Ekeng, Ghilas y, sobre todo, Borja, originó un par de acciones que atajó bien Mariño sobre la cal. Luego, el meta levantinista no tuvo ni que intervenir a un disparo desde la frontal del argelino que salió alto y, sobre todo, a un trallazo de Borja ya en el último segundo que se fue fuera cuando la gente ya estaba en pie dispuesta a gritar el gol. Ahí murió un partido en el que el CCF no mereció ganar. Tampoco perder. De ahí las tablas.

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