Hércules-córdoba · la crónica

Menos margen de error

  • Un desquiciante final del primer tiempo, con la lesión de Pierini como bisagra entre los goles locales, propicia una dolorosa derrota · Javi Moreno firma un tanto insuficiente

El Córdoba tropezó en Alicante debido a un nefasto final del primer tiempo, en el que la lesión de Pierini fue la bisagra entre los dos goles de un Hércules que parecía presa fácil para hincarle el diente. Tras el descanso, los anfitriones -es un decir, porque el Rico Pérez no les pasa una- no sentenciaron al contragolpe y se vieron apurados por el tanto de Javi Moreno, ayer de nuevo suplente. La segunda derrota consecutiva agudiza la inquietud en el seno de un equipo que continúa manteniendo un colchón de tres puntos con respecto a la zona de descenso, aunque la tabla se ha comprimido un poco más.

Cuando Katxorro entregó la pelota a Sendoa y éste avanzó hasta pasarse de la raya -de fondo-, Paco Jémez tragó saliva. Era la primera acción de la tarde y el Córdoba empezaba atontado, como si aún no se hubiera adaptado al nuevo horario. Mal presagio. No obstante, sólo fue un susto pasajero. El organizador visitante reclamó el balón desde el principio para resarcirse y Unai Alba fue el primer portero en intervenir, arrojándose a los pies de Arthuro para blocar un envío de Juanlu. El brasileño inauguró la serie de disparos con un zapatazo lejano y desviado cuando el cronómetro de Estrada Fernández señalaba nueve minutos.

No daba la impresión de que el Hércules fuera mejor. Todo lo contrario. Ito estaba en su sitio y Julio Iglesias vivía tranquilo con las imprecisiones de los locales. Para despejar las dudas, el guardameta sacó los puños en el primer córner albiazul. Mientras, la movilidad de Asen y Arthuro traía en jaque a sus marcadores, aunque no había oportunidades. En la primera falta lateral, Juanlu le pegó mal. Muy mal. En la siguiente, desde la misma zona, Cristian Álvarez la puso y Pablo Ruiz cabeceó alto.

En el ecuador del primer periodo, ambos cancerberos evitaron alteraciones en el tanteador con sendas estiradas de mérito, con mención especial para Unai Alba. El arquero herculano realizó un paradón a tiro desde la frontal de Katxorro, tras una colada de Juanlu desde la izquierda, al tiempo que Iglesias tuvo que recular para desviar un testarazo parabólico de Ismael, a raíz de un despeje defectuoso de Pablo Ruiz.

El Hércules no carburaba, ni siquiera con un doble pivote con tanto caché como el integrado por De los Santos y Farinós. Quizá el problema sea que ha llovido mucho desde que se pagaran auténticas millonadas por ellos. Del pasado no se vive. Goiko movió ficha al intercambiar las posiciones de Bechan e Ismael, poniendo a éste como segundo punta.

Nada, en principio. Por el contrario, el Córdoba seguía proyectándose, especialmente por la izquierda, donde Juanlu ya contaba además con la amarilla de su par, Juanma. En una nueva colada del malagueño, Diego Jaume se lanzó a la hierba para neutralizar su centro. El Córdoba tenía el encuentro a punto de caramelo. Marcar antes del descanso valía media victoria, sobre todo teniendo en cuenta la ansiedad creciente en un estadio desangelado, casi neutral. Pero se dio la situación inversa: Ismael jugó con la cintura de Mario y colgó el balón al área para que Bechan, después de controlar en las inmediaciones del área pequeña, abriera la cuenta.

El lógico aturdimiento pasó factura aún antes de que el árbitro decretara el intermedio. Ion Vélez superó en carrera a Pierini y lanzó a puerta, Julio Iglesias dejó el esférico muerto en el punto de penalti -ya no es noticia- y Sendoa estuvo a punto de aprovechar el regalo tras zafarse de Pablo Ruiz. El capitán cordobesista quedó lesionado en esa acción, y ese agujero en el eje de la zaga fue aprovechado por Diego Jaume para, a renglón seguido, cabecear de forma inapelable un centro de Sendoa desde la derecha. El central apareció por el área pequeña e Iglesias se quedó con el molde. Antonio saltó al césped y el colegiado concedió un respiro a un conjunto que se estaba ahogando.

Expuesto a las contras, con el eléctrico Ion Vélez como principal incordio por su velocidad, el Córdoba necesitaba un gol para cambiar el rumbo del partido. El Betis le había enseñado la fórmula en la víspera. En sus primeros acercamientos, Arthuro no controló un saque de banda de Mario al corazón del área y Katxorro se topó con un bosque de piernas en un empalme desde la frontal.

Ahora, el choque era del Hércules, capaz de montar una transición fulgurante (cuatro contra dos) en la que Julio Iglesias respondió a tiro de Sendoa. Ismael también tuvo el tercero en sus botas. Farinós estuvo cinco minutos fuera al sufrir un corte en la cabeza, pero Farinós no es Pierini: la descompensación numérica no tuvo consecuencias.

De perdidos, al río, debió de pensar Paco Jémez, reincidente con la opción de arriesgar con tres atrás al quitar a Diego Reyes para meter a Javi Moreno. Una auténtica papeleta para Antonio, autor de un penalti a Ion Vélez que el colegiado pasó por alto.

Dos minutos después, el Córdoba encontró la vía de agua que buscaba. Unai Alba se lució en un golpe franco ejecutado por Cristian Álvarez y Diego Jaume repelió cerca de la línea un remate a bocajarro de Pablo Ruiz. En el córner, Javi Moreno fue Javi Moreno: gol de pillo en el segundo palo. Quedaba vida y, por tanto, esperanza.

Goikoetxea reforzó la zona ancha con Rodri y Paco sacó a Arteaga por Asen -Juanlu ya venía haciendo las veces de falso lateral zurdo-. Javi Moreno realizó una dejada con su tableta de chocolate fundido para que Arthuro probara fortuna desde la frontal; fuera. Antonio se elevó más que nadie en una falta sacada por Cristian y cabeceó al poste, aunque la acción estaba invalidada por fuera de juego.

El empate era más factible que el 3-1. Entonces, Ismael echó por tierra la sentencia al desaprovechar en boca de gol una asistencia de Sendoa. Los errores del contrario también son fundamentales para cimentar una remontada. Sin embargo, el Córdoba llegó al tramo final con la lengua fuera, sin las ideas claras. Los cuatro minutos de descuento apenas ofrecieron un cabezazo de Arthuro a centro de Arteaga que se marchó fuera y una amarilla al brasileño, ofuscado por no hallar la llave del tesoro. Peligro: hay piratas a babor, a estribor, por delante y por detrás.

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