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En blanco y negro y en color

  • Rafael Campanero, el presidente más veterano del fútbol profesional, ya estuvo presente en la última visita de la Real a Córdoba, cuando Badiola tenía sólo 7 años

Cuando el Córdoba recibió por última vez -hasta ayer- a la Real en el antiquísimo estadio de El Arcángel, Rafael Campanero ya era presidente del Córdoba.

En ese año 1972 Iñaki Badiola tenía 7 años. Apenas podría intuir entre juegos de niños que, un día, iba a ocupar la poltrona presidencial del club que, a fuerza de cariño, monopoliza su vida.

Rafael Campanero e Iñaki Badiola son, pues, presidentes de dos épocas muy distintas. Cuando el cordobés accedió a su cargo por primera de las tres veces en 1969, probablemente tampoco pensara que un día los clubes los comprasen empresarios de la República Popular China de Mao en plena revolución cultural por aquel entonces. Ni intuyera que, un día, las candidaturas a la presidencia de un club tuvieran que estar respaldadas por una campaña mediática en algo llamado internet. Tampoco consideraría necesario cursar estudios de Derecho Jurídico Económico en Deusto y posteriormente Educación Física y Deportes. Ni que, algún día, en un curriculum, se tuviera que incluir la expresión Master Part Time en la London School, como tiene el perillán que ayer le acompañaba en un palco abarrotado.

No. Los siempre profundos ojos del máximo dirigente cordobesista nunca hubieran pensado en todo eso en un hipotético encuentro con un infante Badiola en el 72.

Ayer, el de Almodóvar del Río contempló el encuentro con la misma mirada de siempre. Con la misma prudencia y mesura que le ha acompañado en sus 81 años. Sereno y deportivo, reconoció lo justo de la victoria de su rival y estrechó la mano de Badiola, homólogo que sólo lleva tres partidos como cabeza visible realista.

Luego, la impoluta sonrisa del vasco resplandecía de felicidad. Como una estrella mediática, posó ante las cámaras de la Etb 2. Era una vedette más. Un tiburón nadando en aguas en calma.

Por eso, amablemente, no dudó en responder con cordialidad a las preguntas de quien les escribe: "Las sensaciones del encuentro son fenomenales. Nos hemos mostrado como un equipo, que es lo que somos". Palabras estudiadas que, perfectamente, se las podía haber dictado un asesor de imagen. Luego, cuando fue cuestionado sobre el rival y la casualidad de la diferencia generacional, tiró de repertorio: "El entendimiento entre las dos directivas ha sido perfecto a pesar de la diferencia de edad".

Don Rafael Campanero es otra cosa. Ni mejor, ni peor. Diferente. Único. No viene de serie. Ni de haber sido moldeado en elitistas escuelas extranjeras. Él es así. Si sabe de moderación es por los palos que (seguro) le habrá dado su prolija vida. Por eso, cuando habla parece que mira más a los ojos del interlocutor. Que es un padre que, con ternura o con fuerza según la ocasión, alecciona al común del cordobesismo.

"La victoria ha sido merecida para ellos porque han demostrado ser de superior categoría", comenzaba reconociendo con un rostro sinceramente escocido por la reciente derrota. Luego repasó mentalmente los otros resultados de la jornada, comprobó que el descenso está a seis y, confiado pero prudente, espetó que "si seguimos así no tendremos problemas para salvarnos".

Como anécdota, abordamos el tema de los 37 años que le saca al presidente realista. Sonrió y respondió: "El comportamiento hoy ha sido exquisito entre las dos directivas". ¿Algún consejo de veterano a novato? "No me ha pedido consejo, y tampoco se los podría dar porque, aunque lleva poco tiempo, conoce de fútbol. Tenemos, eso sí, formas de actuar distintas". Seguro que Badiola o sus asesores tomaron nota.

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