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El antecedente, una pesadilla

Hay cosas que parece que es mejor no remover demasiado. Hace un año y un par de meses, el Córdoba visitaba las instalaciones de Miralcamp para medirse al Villarreal B. Llegaba al envite en un mal momento, después de tres jornadas seguidas sin marcar (y las tres en casa, porque entre ellas estuvo el pospuesto encuentro ante el Rayo). Impecune de puntos ni de goles, la visita al feudo groguet aquel 6 de febrero parecía ideal para dar un giro drástico a la decadente racha. Además, se había producido una marejadilla en la casa rival justo esa misma semana. La directiva villarrealense acababa de despedir a Valverde como entrenador del primer equipo y colocado en su puesto al hasta ese momento técnico del filial Juan Carlos Garrido (quien aún sigue). Ocupó el banquillo el director de la escuela del Villarreal, Adolfo Abad, porque a Herrera no le había dado ni tiempo de conocer a sus futbolistas. Para colmo, el B tenía un buen puñado de bajas en defensa, lo que lo hacía -sobre el papel- más vulnerable.

Alcaraz quiso, movido por las circunstancias aparentemente, aprovechar el encuentro para darle un guiño a la tierra. Hasta seis jugadores de Córdoba, todo un récord, fueron dispuestos en el once inicial: Gaspar, Fuentes, Jorge Luque, el debutante en Liga Pascual, Javi Flores y Pepe Díaz. Especialmente llamativo resulta el caso de Pascual. El centrocampista, que compite esta temporada para el Lucena, no volvió a ser titular de blanquiverde y únicamente tuvo minutos en el intrascendente encuentro de la última jornada en Castellón.

El resultado del experimento fue un desastre en todos los sentidos. El Córdoba fue brutalmente barrido por la velocidad en la conducción y en los desplazamientos de balón del Villarreal B. Algo parecido a lo de esta temporada en la visita al Barça B, pero más sangrante puesto que los amarillos no igualaban en calidad a los azulgrana.

En el minuto 15 cayó el primero. Gerard Bordas le ganó la espalda a Agus -que no se enteró de qué iba el partido hasta que ya estaba sentenciado- y batió a Raúl Navas con su zurda. Un cuarto de hora después llegó el segundo. Otra vez Bordas se adentró por la autopista que ofrecía el carril zurdo y centró para que Matilla fusilase a placer.

Con el choque virtualmente sentenciado llegó el descanso. En él, Lucas movió sus fichas cambiando a los desacertados Carpintero y Juanjo para poner en su sitio a Asen y Savoia y así dar un aire más ofensivo a su planteamiento. De nada sirvió. Antes bien, en otros 25 minutos horrendos el filial aumentó la herida. Cristóbal recibió una pared filigranera de Jefferson Montero y metió el tercero, y luego Carlos Tomás, al rematar un córner, redondeó la cuenta en una jugada que fue el culmen de una tarde de despropósitos defensivos.

Por si fuera poco el castigo sufrido en aquel encuentro en tierras levantinas, el mejor futbolista aquella nefasta tarde, Javi Flores, tuvo que retirarse lesionado en el minuto 53 tras un forcejeo con Catalá. Lo que parecía un mal de escasa gravedad acabó convirtiéndose en una fractura de maleolo peroneo que le tuvo al margen del fútbol durante tres meses (volvió en otro doloroso 4-0, en el Rico Pérez).

Ésta es la historia de la única vez que el Córdoba se ha enfrentado al Villarreal B en campo contrario a lo largo de la historia de ambos conjuntos. Casi mejor. Alcaraz dijo de aquello que había sido "inoportuno" por el calendario, que la "falta de energía" había colaborado en que se produjera aquel resultado y que tenían que pensar en "seguir compitiendo". Luego se sucedieron, aún en aquella temporada, el 1-0 de Salamanca, el 4-0 del Hércules, el indigno 1-1 ante el Recre, el 3-0 de Albacete, el 1-2 del Cartagena, el 3-2 del Rayo... Y en la presente, el 2-1 de Alcorcón, el 4-1 de Barcelona, el 1-2 del Numancia, el 2-0 de Huesca o, hace cinco días, el hiriente alcorconazo. Otros ejemplos de falta de competitividad.

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