El Escáner | Análisis de la jornada 16

¿Y si por fin jugamos a ser el Córdoba CF?

  • La pérdida de ambición, hasta verse siempre inferior al rival, y la falta de un plan definido lastran a los blanquiverdes, que en dos jornadas se jugarán su futuro, y no solo deportivo

Mario Ortiz, Bernardo Cruz y Luismi, abatidos tras el empate ante el Real Murcia.

Mario Ortiz, Bernardo Cruz y Luismi, abatidos tras el empate ante el Real Murcia. / Juan Ayala

El Córdoba CF se juega la temporada –y tal vez mucho más– en dos partidos. Apenas 180 minutos en los que, tras perder la enésima oportunidad de pasar a depender de sí mismo por su tropiezo ante el Real Murcia (2-2), no le bastará con hacer su trabajo; los blanquiverdes tendrán que mirar también a otros campos para ver si finalmente pueden cumplir con el objetivo marcado de acabar entre los tres primeros, garantizando así una plaza en la Primera RFEF y su continuidad en la pelea por el ascenso, o si terminan la primera fase del campeonato en Segunda B con un rotundo fracaso (digerible si permite seguir luchando por la tercera categoría o sin perdón si no está siquiera esa opción).

Así, llegados a este punto sin retorno, de todo o nada, es el momento de que el Córdoba CF por fin demuestre (y se demuestre) que es el Córdoba CF. Basta de planteamientos rácanos, ya está bien de especulaciones con la milonga de madurar los encuentros. Si solo vale ganar, hay que salir a ganar, desde el minuto 1 y hasta el 90 y pico, con once, ante diez o con diez, da igual. Jugar como un equipo menor, como si cualquier rival fuera mejor, con un respeto tan excesivo que roza la vergüenza, no puede volver a repetirse. Ya está bien, ¡que somos el Córdoba!... y no un equipo de amiguetes que sale a echar el rato.

La pérdida de ambición que viene mostrando el equipo en las últimas semanas, dentro y fuera del terreno de juego, con mensajes y actuaciones, desde el guion a la práctica, es inconcebible cuando el objetivo fue más que aceptado por todos desde un principio, y cuando hay plantilla de sobra como para jugar siempre disfrazado de visitante, también en El Arcángel. Esperar de continuo el fallo del contrario no puede ser el principal arma para crear peligro; agarrarse a un saque de banda largo no puede considerarse como ir a por el partido. No cuando el resto del tiempo se deja hacer al enemigo de turno y toca correr de un lado para otro para tapar agujeros ante la falta de maldad, que esa es otra.

¿Dónde quedó aquel equipo que sabía a lo que jugaba? ¿Qué queda de aquel conjunto que iba a una, a la presión en bloque alto, robaba y pisaba área de continuo? ¿Hay algo de aquel grupo que se divertía en el verde, capaz de mover al contrario, pero también de hacerlo sufrir por su rocosidad? Si de verdad queda una pizca de aquello, desde Pablo Alfaro a la plantilla, ya están tardando en ponerlo en juego. Y eso no pasa por pasar en una semana a hacer un adalid del juego combinativo, sino en recuperar la fiabilidad, saber qué hacer en cada momento y elegir un camino para ganar; pero sobre todo por lanzar el mensaje de querer ganar, que no es poco, pero sí el obligado primer paso.

Y luego, que pase lo que tenga que pasar, pues sin depender de ti y con solo dos citas en el calendario más, la dificultad se multiplica. Pero al menos que la sensación al llegar a sea cual sea la segunda fase que toque, sea muy diferente a la que ahora mismo ofrece este equipo que se tambalea como un flan en un plato cuando le soplan, que sufre como pocos cuando tiene el balón (y lógicamente cuando no). Recobren la sonrisa y disfruten, señores. Para sufrir ya están otros, que es lo único que pueden hacer desde fuera. Sean valientes y digan al mundo que es el Córdoba el que juega. Solo así podrá mantenerse la llama de la ilusión que amenaza con apagarse tras el soplido del domingo.

De segundo… a octavo

Dos jornadas, seis puntos en juego y una clasificación que puede variar del segundo al octavo puesto, con la sustancial diferencia del objetivo por el que pelear en la segunda fase de la temporada. Eso es lo que tiene por delante el CCF, cuyo primer y casi único reto ahora mismo pasa por firmar un pleno ante El Ejido y el Betis Deportivo, y ver qué hacen sus rivales, especialmente el Sevilla Atlético. Porque el último fallo ha vuelto a dejar a los blanquiverdes dependiendo de terceros, como casi siempre este curso.

Con 24 puntos conseguidos en 16 jornadas, a una media de 1,5 por partido que tocaría doblar para aspirar a lo máximo, el Córdoba ahora mismo es tercero, por delante de los filiales sevillanos gracias al average general a la espera de su última cita ante el bético que cierre los duelos directos… y saque a los cordobesistas de esa plaza de privilegio. Por delante ya queda un Linares inalcanzable (30) que tiene virtualmente billete para la Primera RFEF y un UCAM Murcia (29) que aún podría sufrir algún susto. Ojito.

Pero la ilusión por mirar hacia arriba en la tabla de los blanquiverdes se torna en miedo cuando se echa la vista hacia atrás. Y no solo por la presencia, todavía con un hilo de vida, del Real Murcia (23), que puede ser juez y parte. Sino porque más allá de la sexta plaza aparecen un pujante Recreativo Granada y El Ejido, lo que convierte el choque en Santo Domingo del domingo en una final doble para el equipo de Pablo Alfaro, porque una derrota no solo acabaría con la ilusión por el ascenso, sino que abriría la puerta a un doble descenso del que mejor ni siquiera hablar…

El Arcángel, una verbena

El tropiezo ante el Real Murcia es el quinto en ocho partidos del Córdoba como local en el presente ejercicio. Dicho de otro modo, solo tres acabaron con victoria cordobesista, lo que unido a otros tantos empates y la doble derrota ante el dependiente del Sevilla y el Yeclano arrojan un paupérrimo 12 de 24 puntos. La mitad del botín se lo han llevado los rivales, cada uno con su estilo y forma de jugar, pero todos demostrando la profunda vulnerabilidad de un proyecto confeccionado para aspirar a cotas mayores.

La excusa de la falta de público quedó rota con el esperpento ante la escuadra murciana, en el último desbarajuste de un equipo que encajó dos tantos por tercera vez en casa, para un total de 8 en ocho partidos. El promedio de un gol recibido por cita de local es el tercer peor del Subgrupo IV-B, solo por delante de los de los dos últimos, el Yeclano (14) y el Lorca Deportiva (16). En estrategia, a la contra y hasta en jugada combinativa, goles de todos los colores para sacar los ídem a un CCF que se ha ido dejando en mitad del camino toda la solidez de la que hizo gala durante diciembre y parte de enero. Y así es sencillamente imposible, sobre todo si en ataque la exposición es tan mínima…

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