Pregón Semana Santa Córdoba 2019

Pregón a tres voces al servicio de la Pasión

  • Ángel María Varo, Miguel Ángel de Abajo y Antonio Miguel Capdevila ensalzan la Semana Santa en una alocución de verso, historia y oda a la tradición

Los tres pregoneros, durante su alocución en el Gran Teatro.

Los tres pregoneros, durante su alocución en el Gran Teatro. / Jordi Vidal

“Hemos dicho”. En primera personal del plural ha finalizado el pregón de la Semana Santa de Córdoba de 2019. El evento tenía este año tintes especiales. Ángel María Varo, Miguel Ángel de Abajo y Antonio Miguel Capdevila han puesto voz y sentimiento a un pregón que se celebra en el 75 aniversario de la fundación de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba y con el que han hecho un recorrido por las corporaciones de penitencia transformando las palabras (y la experiencia) en poesía.

Los tres ya habían sido pregoneros en años anteriores y la experiencia es un grado. El primero en exaltar la Pasión cordobesa fue Capdevila, hermano de la Buena Muerte y la Expiración, en el año 1987; en 1991 fue el turno de Varo (Misericordia), quien declamara uno de los pregones más recordados, como recordado todavía es el pregón de Miguel Ángel de Abajo, en 1998, quien fuera hermano mayor de la Merced cuando la cofradía aún procesionaba en la Madrugada del Viernes Santo.

Los cofrades han unido así sus voces para un Gran Teatro entregado a la letra que ejemplifica una vida de servicio a la hermandad, a la Semana Santa y a una ciudad que tiene el sentir cofrade presente prácticamente durante todo el año. Desde el pórtico de San Lorenzo, donde la Semana Santa “cobrará vida” el Domingo de Ramos con la salida de la Entrada Triunfal, hasta “las piedras ocres” de Santa Marina, donde el Resucitado cerrará la alegría de la Resurrección, los pregoneros han ensalzado una Semana Santa de “compromiso cristiano” donde se han acordado de quienes “ciñen la faja y el costal, se abrazan a una cruz, acarician el metal de un llamador, portan la luz de la fe”, es decir, a quienes “viven y se afanan por nuestra Semana Santa”.

Los pregoneros han recordado a quienes "viven y se afanan por nuestra Semana Santa"

La Borriquita y las comparaciones entre sus niños esclavinas y los cofrades –“Los niños son a veces un poquito pejigueras. El cofrade, también”–; la Piedad de Las Palmeras y su verdadera “lección magistral de compromiso social” o el Prendimiento de Salesianos con San Juan Bosco y su “semilla siempre viva que (...) florece en un mar de azul y blanco”. A todas y cada una de las cofradías han declamado los pregoneros para continuar con el Amor, el Silencio y la Encarnación con sus “mujeres poderosas que lleváis sobre vuestros hombros el arca y cuna de la alianza”.

Versos a la Universitaria y su sencillez, a la “serena concentración” de Ánimas, a la Sangre, a la Sentencia y un Pilatos que “se sigue lavando las manos” o al otro lado del río, por donde aparece la Vera Cruz. Gloria además a la cuadrilla de Coronación, a la devoción de la Esperanza, la que está puesta en poder ver caminar a la titular mariana de la Cena, la Virgen del Valle, que hará historia al procesionar por primera vez un Jueves Santo.

Varo, Capdevila y De Abajo han hecho referencia a la eterna compañía de Redención y Estrella, a las luces amarillas del Cristo de la Salud y a la peregrinación del Naranjo. Lugar especial han guardado para el Señor de Córdoba, el de “las colas para visitarlo un viernes tras otro”, el Rescatado que, en Domingo de Ramos, “recorre las calles de este su rendido reino”. Sin dejar de ensalzar la “bellísima escena” de la Santa Faz o “el orgullo de la Madrugada del Viernes Santo” que continúa siendo el Nazareno aún saliendo el Jueves, los pregoneros han avanzado en una lección de amor a la Semana Santa de la ciudad. Una Semana Santa donde la Madrugada es terreno de la Buena Muerte y su “solemne tránsito”, una solemnidad que sólo se puede romper para introducir una oda a la torrija que ha finalizado con un “¡Que nombren a la torrija / como cofrade ejemplar!”.

Los pregoneros han dedicado una oda a la torrija

Vuelta al Alpargate para nombrar a la “incontable devoción” del Esparraguero, viaje al Alcázar Viejo para admirar a la imagen “varias veces centenaria” de Jesús de la Pasión y camino de San Francisco para rezar frente al Huerto y, días después, evocar “las grandezas y esplendores del pasado, con la guarda segura de sus hijos legionarios”, de la Caridad. Sepulcro, Perdón y Caído, este último caminando “al barrio de los piconeros, de los orífices, de los plateros, de los toreros”.

El Calvario y el viejo Guadalquivir, las Angustias y “la cruz oscura que se alza a tus espaldas” los Dolores y el “fenómeno que trasciende lo puramente cofrade”. El repaso de tres pregoneros a la historia de la penitencia transformada en tradición, como la del Campo de la Verdad con el Descendimiento.

A los Dolores la han calificado como un “fenómeno que trasciende lo puramente cofrade”

Las palabras finales han servido a Varo, Capdevila y De Abajo para hacer mención especial a sus hermandades, las que les han servido para traer los recuerdos de una niñez en la que “lloraba desconsolado cuando mi padre se puso el cubrerrostro”.

“Somos de todas las voces, / heraldos de un sentimiento, / porque sois todos vosotros, / por vuestra fe y vuestro esfuerzo / de la Pasión de Jesús / los únicos pregoneros”. Todo ello rematado con la unión de un nosotros: “Hemos dicho”.

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