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María Ángeles García, trasplantada de pulmón: "Estoy viviendo por mi donante y por mí"
Sanidad
Esta granadina recibió un injerto bipulmonar en el Hospital Reina Sofía de Córdoba en septiembre de 2024 gracias al que ha renacido
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María Ángeles García estaba en su mejor momento personal y laboral cuando una noche, en una boda, le empezó a faltar el aire. Después de hacerle unas pruebas, le diagnosticaron que tenía una enfermedad autoinmune que, poco a poco, le fue limitando su capacidad pulmonar hasta depender de una bombona de oxígeno.
El diagnóstico de preesclerodermia sin afectación cutánea (una patología que hizo que su cuerpo rechazara sus pulmones) fue en 2011 y en septiembre de 2024 recibió un trasplante bipulmonar en el Hospital Reina Sofía que le devolvió, literalmente, la vida. Después de 15 meses de esa operación, esta Navidad la está disfrutando al máximo, cantando villancicos, bailando y saltando junto a su familia y, especialmente, junto a sus hijos, Martín y Carlota.
María Ángeles, que tiene 41 años, ha decidido aprovechar cada minuto de esta segunda oportunidad que le ha dado su donante, de quien se acuerda cada día, en cada bocanada de aire que respira, cada vez que sale a correr y cada vez que puede jugar en el parque con sus hijos. "Estoy viviendo por mi donante y por mí", asegura emocionada. "Yo pienso mucho en mi donante y en su familia, en cada momento de felicidad", apunta.
La vida antes del trasplante
Después del diagnóstico y dentro de sus limitaciones, María Ángeles -que es de un pueblo de Granada, aunque vivía en Melilla cuando comenzó con sus problemas pulmonares y luego se mudó a Antequera- siguió trabajando, viajando y haciendo una vida más o menos normal.
En 2017, seis años después, quería quedarse embarazada, pero primero le planteó al neumólogo que la llevaba en el Hospital Virgen de la Victoria de Málaga que la derivara al Reina Sofía de Córdoba para que la revisaran los especialistas y hacerle pruebas para entrar en lista de espera de un trasplante. En este punto, hay que destacar que el hospital cordobés es el único de Andalucía que realiza injerto pulmonar.
Ya en Córdoba, en una analítica para ver qué probabilidad de rechazo tenía su cuerpo para el órgano trasplantado, uno de los niveles analizados salió muy alto con respecto al límite permitido. Por lo tanto, la idea del trasplante quedó parada y ella volvió a su vida y a su deseo de tener un bebé, que se cumplió en 2018 con el nacimiento de su hijo Martín.
"Cuando te diagnostican una enfermedad así lo único que te queda es abrazarla, vivir con ella y ser feliz con lo que te pueda dar la vida", manifiesta María Ángeles, que siempre ha tenido una actitud muy positiva en este proceso. En 2021, decidió que quería ampliar la familia. Después de convencer a su marido y de conseguir la autorización de sus médicos, "con toda la ilusión" se embarcó "en el nuevo proyecto de ser mamá", explica.
En abril de 2022, en casi en mitad del embarazo, pasó una neumonía "fatídica" que la obligó a llevar oxígeno. Tenía la esperanza de que tras dar a luz ya no lo necesitara, pero su "sorpresa" fue que a los 15 días de tener a su hija el neumólogo le dijo que iban a volver a derivar su caso a Córdoba.
Una vez en el Reina Sofía le hicieron la analítica para medir la probabilidad de rechazo, que después de dos embarazos debería haber sido más elevada. Sin embargo, casi milagrosamente, los niveles estaban mucho más bajos del límite establecido. Para María Ángeles esto fue "una revelación".
El pretrasplante
En esos momentos, tenía un "cúmulo de emociones brutal". Vivía con el rechazo a su situación, la negación y el miedo a qué iba a pasar con sus hijos si ella no lo superaba.
En mayo de 2023 entró en la lista de espera y pasaron 14 meses hasta que recibió la llamada de que había unos pulmones para ella. Pero ese tiempo fue "muy complicado". Apenas podía moverse porque le faltaba el oxígeno a pesar de llevar la bombona y tenía dos niños pequeños que cuidar. Su familia vive en Granada y La Línea, por lo que no contaba con su ayuda a diario.
"El pretransplante fue muy muy duro", reconoce, sobre todo pensando en sus hijos y "lo que podía pasar". Por eso, se grababa en diferentes situaciones con ellos para que "tuvieran recuerdos míos". Tenía "mucho miedo" y "no había día que no llorara". "Para mí el pretransplante fue agónico, te lo digo sinceramente", señala María Ángeles.
Cada vez vivía más limitada. No podía ir al parque infantil andando a pesar de que está a 300 metros de su casa, la tenía que llevar su marido en coche, y mucho menos podía correr con su hijo. Cuando salían a tomar algo con unos amigos, apenas hablaba porque no tenía fuerzas. "Ves como tu vida se va apagando", destaca.
La vida después del trasplante
Cuando supo que los pulmones eran para ella "fue un descanso". "Fui con miedo, fui con ilusión y entré al quirófano sonriendo", explica. Estuvo en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) nueve días y otros diez en planta porque su recuperación fue muy bien. En este punto, destaca la profesionalidad y humanidad del equipo del Hospital Reina Sofía que la atendió y, en particular, a Mercedes, la fisio que la atendió desde que entró en la UCI.
El día que recibió el alta, se fue directa a Antequera a recoger a su hijo a la salida del colegio. Había empezado su nueva vida gracias a su donante. En estos meses, ha cumplido uno de sus deseos: ir a Disney, como le había prometido a su hijo. También han viajado a Florencia y van a ir a la nieve y quiere ir a Laponia cuando su hijo haga la comunión. "Mi marido dice que lo llevo todo al límite, pero porque tengo tantas ganas de vivir...", confiesa.
Ahora tiene "muchas ganas de salir, de bailar, de cantar" y de correr, algo que nunca había hecho anteriormente. Sin embargo, después del trasplante "todas las noches soñaba que corría" y a los cuatro meses empezó a trotar y correr.
También le gustan sabores que antes no le llamaban la atención, especialmente ligados a América del Sur. "A mí no me llamaba la atención la comida peruana, las especies mexicanas... Pero desde que me trasplantaron me apetecen y las compro y cocino", asegura María Ángeles. "A mí eso antes no me gustaba y significa que a mi donante le tenía que gustar", añade, confesando que nota "que él o ella está conmigo, vive en mí". Incluso le da "gracias todas las noches y pido por él y su familia".
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