Las baldosas vuelven a sonar a hueco y el desnivel del suelo prácticamente impide que la puerta se abra hasta el final. Tras los cuadros reaparecen las grietas y algunas de ellas, como antes, se extienden de un extremo a otro del salón como si de una cenefa se tratara. Da la sensación de que la habitación se vaya a partir en dos mitades de un momento a otro al observar la trayectoria que siguen algunas de estas fisuras. Algunos de los vecinos de El Cerro se han reencontrado con esa misma situación que vivieron entre 2004 y 2005 y que les llevó a reclamar al Ayuntamiento el arreglo de sus casas. La esperanza que muchos mostraron cuando se iniciaron las reformas se ha tornado en desesperación al comprobar que no se han solucionado los problemas.

Dolores Nogales, vecina de la calle Enrique II, asegura que cada día tiene nuevas fisuras en su pared y que las que había son cada vez mayores. En algunas, incluso, cabe un dedo y otras hacen peligrar el arco que separa la entrada del salón de su casa. "Los albañiles hicieron una chapuza y nada más", subraya Dolores al recordar la actuación que se llevó a cabo en su vivienda.

Dos calles más arriba de El Cerro, en Rey Don Pelayo, hay más casos de viviendas que fueron rehabilitadas y que han vuelto al punto de deterioro en el que estaban. "Es un volver a empezar", señala Rafael Díaz, quien necesitó 18.000 euros para la obra. "Puede decirse que se han llevado el dinero por toda la cara", manifiesta el propietario de esta casa al repasar los daños que presenta su inmueble a pesar de haberse intervenido en él.

Manuel Merlo, vecino de Rafael Díaz, afirma que por las noches oye cómo caen los cascotes sobre un falso techo que le colocaron en la cocina. "No sé qué haremos", se pregunta con un tono de desesperación. "Necesitamos que vengan a arreglarlo nuevamente con urgencia", concluye.