Diez años del asesinato de Ruth y José

Francisco Etxeberria, el forense que resolvió el caso Bretón: "Me hizo pensar en la condición humana"

  • El doctor en Medicina, "por pura casualidad", identificó como restos humanos los huesos recogidos en la hoguera de la finca de los Bretón, lo que permitió cerrar la investigación

Francisco Etxeberria sale de la Audiencia de Córdoba en julio de 2013.

Francisco Etxeberria sale de la Audiencia de Córdoba en julio de 2013. / El Día

Hay conversaciones y momentos que la memoria atrapa para siempre. Y a Francisco Etxeberria (Guipúzcoa, 1957), doctor en Medicina y reputado forense, el primer acercamiento al caso Bretón -del que este viernes, 8 de octubre, se cumplen diez años- le sobrevino mientras investigaba en la provincia de Badajoz la desaparición de unos represaliados durante la Guerra Civil.

Recuerda con nitidez su investigación de aquellos días, junto al pozo al que se habían arrojado los cadáveres en la contienda. Y aquella primera conversación "por pura casualidad" con el técnico del georadar que había rastreado la finca familiar de los Bretón en Las Quemadillas, quien en un viaje de Córdoba a Madrid se desvió a Badajoz para hablar expresamente con el experto.

Etxeberria es capaz de reproducir casi palabra por palabra: "Recuerdo aquella conversación de una manera muy especial. Solo conocía el caso desde la distancia y sabía que no existía una solución concreta pese a todo el esfuerzo judicial y policial", explica en conversación telefónica con el Día desde el despacho del Ministerio de Presidencia donde ahora trabaja como asesor en asuntos de memoria democrática. Todo fue "pura casualidad", dice. Pero su interés se fue acrecentando conforme le formulaba preguntas y su interlocutor le respondía.

El técnico del georadar le contó el hallazgo de una hoguera humeante horas después de la desaparición de los niños Ruth y José entre los naranjos de la finca de sus abuelos y la mesa metálica que la cubría: "Me sorprendía con cada respuesta". Si, como decía José Bretón, condenado a 40 años de cárcel por doble asesinato, había quemado ropa de su mujer por despecho, debían quedar los botones, las cremallearas, los enganches metálicos... Pero no había nada.

Y lo más inquietante: si, como aseguraba el doble filicida, había arrojado a la hoguera animales disecados que su mujer guardaba de su época de estudiante de veterinaria, no había explicación a los restos óseos hallados. "Los animales disecados no tienen hueso dentro, sino una especie de cartón. Ahí empecé a interesarme algo más. He hecho dos investigaciones sobre hueso quemado e incinerado y podía ayudar", explica. "Es rarísimo", le contestó. 

A los pocos días recibió "fotocopias de unas fotocopias" de las fotografías que había tomado la Policía en la hoguera que había prendido Bretón, como este mismo había reconocido desde el primer momento. "Por lo que pude ver, los huesos no eran de animales. Con claridad. Me puse en contacto con la abogada defensora [Reposo Carrero] y con el juzgado, todo a la vez, manifestando mi impresión desde la distancia y aconsejé que se revisara", narra. "Y se me da permiso para acceder a las fotografías en color. La Policía Judicial me envía entonces algunas imágenes para emitir una opinión más certera, y en la tercera foto ya dije que no hacía falta revisar más. Eran huesos humanos y de gente no adulta, de menores".

El caso da un giro de 180 grados con una revisión profunda de todo lo que se había hecho hasta aquel momento. Y se vuelve al principio. A la finca de José Bretón en Las Quemadillas, donde se encuentran el origen y el final del procedimiento. Por fin, Etxeberria tiene acceso a las muestras "en directo" en la sede de la Policía Científica en Madrid, donde permanecían custodiadas. "Pude ratificar mis primeras impresiones fuera de toda duda. Y así lo puse por escrito. Los niños se habían localizado, no había que seguir buscándolos", zanja.

El forense destaca que "el trabajo de la Policía Judicial de Córdoba fue absolutamente correcto" pues, gracias a la diligencia de los agentes, Bretón no tuvo tiempo de deshacerse de los restos de la hoguera. Porque, de haber dado este paso, tal vez las piezas del puzle jamás habrían encajado. 

La gran pregunta es: ¿Cómo pudo la perito que inicialmente revisó los huesos confundirlos con restos de animales? "Estos errores suelen producirse, nos pueden pasar a todos -responde Etxeberria-. Pero en el mundo forense existen unos mecanismos de corrección que implican que los informes sean revisados por otros integrantes del equipo. En este caso, en concreto, el error se produce por desconocimiento, una dosis de negligencia y falta de experiencia, ya que nunca había trabajado con restos incinerados, que son diferentes a los restos carbonizados, habituales por ejemplo en los accidentes de tráfico. Y tampoco consultó".

El resultado fue "una catástrofe", porque "al día siguiente se habría ordenado la detención del señor Bretón y se habría evitado el sufrimiento de todo un año".

"Los médicos forenses estamos acostumbrados a intervenir en conflictos humanos y en ámbitos de discrepancias, y también estamos acostumbrados a tragedias e injusticias", reflexiona el experto.

Pero el caso Bretón fue diferente, como reconoce él mismo: "No actúa contra el enemigo o por obcecación, sino que para hacer daño a una persona próxima comete una barbaridad de esas características. Esto es muy infrecuente. Y eso te hace pensar en la condición humana, en cómo es posible que algo así pueda ocurrir. Porque estoy convencido de que Bretón es un señor normal, no un enfermo mental". "Actuó con una planificación muy medida. Hizo la tarea de manera perfecta, pero no le dio tiempo a completarla gracias a la eficacia de la Policía", cuenta.

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