Diez años del 'caso Bretón'

José Bretón, de ordenanza en la enfermería de la cárcel tras cortarse la yugular

José Bretón, en la Ciudad de los Niños.

José Bretón, en la Ciudad de los Niños. / El Día

José Bretón siempre se ha mostrado demasiado tranquilo, demasiado sereno y demasiado apacible. Un padre ideal, un hombre perfecto. Y en la cárcel de Herrera de la Mancha (municipio de Manzanares, provincia de Ciudad Real) esto no ha cambiado. "Su comportamiento es bueno. Excesivamente bueno. El problema son los demás presos porque todos lo conocen", cuenta un funcionario que ha convivido con él. El padre de Ruth y José, detenido en octubre de 2011 por detención ilegal a los pocos días de la desaparición de sus hijos por las numerosas sospechas que despertó entre los investigadores, ingresó de manera de preventiva en el centro penitenciario de Alcolea.

Tras el juicio, ya condenado a 40 años de prisión -aunque cumplirá un máximo de 25, como determinaron los tribunales-, fue trasladado a Herrera de La Mancha, una de las primeras cárceles de máxima seguridad construidas en España. En comparación con las de Córdoba o Sevilla, donde coinciden miles de internos, el de Ciudad Real es un centro pequeño, con 297 celdas (260 normales y 37 complementarias) y capacidad para medio millar de delincuentes. Ahora son unos 400, pues como consecuencia de la pandemia de covid-19 muchos de ellos, los que habían cometido infracciones menos graves, salieron con brazaletes telemáticos, explican fuentes de Instituciones Penitenciarias.

Quedaron los más peligrosos y mediáticos, entre ellos Miguel Carcaño -asesino de Marta del Castillo-, Tony King -el psicópata que mató a Rocío Wanninkhof y Sonia Carabantes-, Juvenilson Da Silva -conocido como el violador de Pozuelo-, Antonio Ángel Martín Rodríguez -el pederasta de Ciudad Lineal- y Santiago del Valle -asesino de la niña Mari Luz Cortés-. También sigue allí Bretón, tal vez el más conocido de todos por su gran exposición pública durante meses, pues la reconstrucción del caso, recién detenido, fue seguido en directo por los medios de comunicación y la vista oral, retransmitida por las televisiones.

En octubre de 2016, a punto de cumplirse cinco años del asesinato de sus propios hijos, Bretón intentó cortarse el cuello con una cuchilla de afeitar. Se rajó la yugular y sobrevivió por la rapidez con la que reaccionaron los funcionarios, aunque pudo haberse quedado en la celda rodeado de un charco de sangre. "Le salvamos la vida porque. Fue un corte bastante importante", recuerdan los funcionarios, que fueron condecorados por Instituciones Penitenciarias en el Día de la Merced. Era el tercer intento de suicidio de Bretón, y desde entonces cumple condena en la enfermería de la cárcel. 

La abogada, Bárbara Royo, relató entonces a Antena 3 que su cliente llevaba "un tiempo" quejándose de que no le hacen caso en el centro penitenciario después de que otro interno le agrediera. "Todo le estaba afectando psicológicamente. No tiene arraigo allí y su madre no puede ir a verle todos los fines de semana", añadió la letrada a esa cadena de televisión. Contactada ahora por el Día cuando se cumple una década del doble crimen, no ha querido hablar sobre su cliente.

Bretón está incluido en el programa de internos a quienes se aplican especiales medidas como el protocolo de prevención de suicidios. Apenas recibe visitas y su comportamiento es bueno; en la enfermería, además, el contacto con otros delincuentes es menor, ya que la mayoría va rotando y apenas coinciden una decena al mismo tiempo en este pequeño ambulatorio.

Quienes han tratado con él lo describen como un preso "muy sumiso", que nunca se mete en problemas y es "colaborador" con los funcionarios. De hecho, desempeña el cometido de ordenanza, que incluye el reparto de comida o la ropa. Por este trabajo, los internos reciben beneficios penitenciarios para su vida dentro de la cárcel (como llamadas extra, por ejemplo) y una pequeña remuneración que ronda los 90 euros al mes. Así cumple su condena, de manera "anodina y tranquila", tal y como las cámaras lo captaron una década atrás, cuando se investigaba el suceso y su historia se coló en todas las casas.

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