Solidaridad

La prioridad son los mayores

  • Casi 6.000 usuarios de CruzRoja se benefician en Córdoba del servicio de movilidad, las llamadas de proximidad y las actividades de ocio y deporte que ofrece la institución

Un voluntario de Cruz Roja ayuda a una mujer a bajar de la furgoneta.

Un voluntario de Cruz Roja ayuda a una mujer a bajar de la furgoneta. / Laura Martín

Las agujas del reloj sólo marcan la hora, es el tiempo el que deja la huella. Muchas personas mayores se encuentran solas. Algunas tienen familia, sin embargo, no pueden cuidarlos tanto como lo necesitan por falta de tiempo o incompatibilidades horarias con sus trabajos. Otras no tienen medios para contratar un servicio de compañía.

Cuando se alcanza una edad más avanzada, las personas tienen otro tipo de necesidades, en la mayoría de los casos, son tan básicas como una conversación de cinco minutos al día. En la actualidad, no hace falta explicar cuál es la labor de la Cruz Roja, pero sí es necesario dar visibilidad a la labor que ofrecen los voluntarios de la entidad en la provincia de Córdoba, sobre todo, para el acompañamiento y ayuda a la movilidad que realizan con los casi 6.000 abuelos cordobeses que han disfrutado durante el primer semestre de 2019 de los proyectos que ofrece la entidad, como la campaña #ArrugasQueDan, en colaboración con la Junta de Andalucía.

Para ser voluntario de Cruz Roja sólo hay que acercarse a la sede de la entidad y mostrar los intereses y habilidades. “Siempre hacen falta voluntarios, pero cada uno tiene una labor diferente que ellos mismos escogen”, explica la responsable del programa de mayores de la institución humanitaria, María Torralbo.

En concreto, Cruz Roja cuenta con 375 voluntarios. Dos de ellos, un profesor de Química, Pablo Luque, y un economista, José Manuel Fernández, ambos con 62 años, y quienes tras su jubilación decidieron emplear su tiempo libre en actividades solidarias. Cada uno conduce uno de los vehículos adaptados de la entidad para trasladar a personas con problemas de movilidad. Ellos los llaman las fragonetas. En este caso, las fragonetas de la solidaridad.

Y ¿qué es ser voluntario? Fernández explica que, para ser un buen voluntario “no hay nada más que tener voluntad y estar concienciado de lo que se hace”. No obstante, también “hay que dedicar tiempo y ser responsable”, aclara. La responsabilidad es necesaria para este tipo de actividades en las que otras personas depositan su confianza en el voluntario. Tanto el usuario atendido como el personal voluntario, “todos, luchamos contra la soledad”, explica Fernández. Además, “nuestro deber es hacer que los abuelos se mantengan en la sociedad y puedan ser más autónomos”, añade.

Ambos conductores, se dirigen cada semana, martes y jueves, a cada domicilio para recoger a las diez personas que trasladan hasta el recinto deportivo de Vista Alegre. Allí, los usuarios realizan actividades de rehabilitación y gimnasia para mejorar su movilidad. Fernández comenta que “la idea es que esta actividad se lleve a cabo todos los días, pero se necesitan más vehículos y ayudas para la financiación”.

Otro voluntario de Cruz Roja ayuda a varias usuarias. Otro voluntario de Cruz Roja ayuda a varias usuarias.

Otro voluntario de Cruz Roja ayuda a varias usuarias. / Laura Martín

Paciencia y tiempo. Son otros factores clave para ser un buen voluntario. Fernández y Luque disponen de tiempo libre, “pero no podemos dedicarnos por completo al voluntariado, aunque es verdad que poco a poco te atrapa y te pide más”, explica Luque. Además, “estoy jubilado y eso permite que participe de una forma continua, los más jóvenes tienen que estudiar, trabajar y suelen apuntarse a otras actividades más esporádicas”, reconoce. A pesar de esto, añade que “todos los voluntarios son necesarios, siempre hacen falta más”, sobre todo, cuando se trabaja, en concreto, con 5.931 usuarios en Córdoba.

Los minutos que pasan en la furgoneta son suficientes para que los voluntarios y las abuelas a las que ayudan hagan buenas migas. Y el decir abuela es como apelativo cariñoso, porque Rosario Jiménez, con 91 años, es “soltera por devoción”, confiesa. Ella nunca quiso casarse, “lo que más me gustaba era viajar y coser. Todavía sigo cosiendo casi cinco horas cada día. ¡Me encanta coser!”, relata. Además, cuenta que estuvo trabajando como decoradora en Japón durante muchos años.

A sus 91 años, Rosario Jiménez, usuaria de Cruz Roja, dice que es “soltera por devoción”

Las cuatro compañeras que viajan con Jiménez se refieren a ella como “la jefa porque es la que maneja el cotarro”. Y es que las cinco beneficiarias hacen más de dos fiestas al día, y más cuando se unen al ritmo de los dos conductores. Las cinco son vecinas del Campo de la Verdad, pero la más orgullosa es otra Rosario, en este caso, Rosario Lora. “Soy la hija de Pepe Lora, el cantante. Él era muy querido por todos y tiene incluso una calle con su nombre en el barrio”, explica. Por otro lado, añade que “estoy muy contenta con la Cruz Roja y con la ayuda que me ofrecen, no tengo palabras para explicar todo lo que hacen por mi”.

Las tres viajeras restantes, María Jesús Camacho, María Barceló y Rosario Ramos, conversan, entre risas, y dicen que los voluntarios “son geniales y nos tratan muy bien, aunque a veces nos regañan”. No obstante, “le vamos a dar un premio” porque, según la más veterana, Jiménez, “son guapísimos, como Robert Redford y Robert de Niro”. Ya hay quien se puede hacer una idea de lo bien que se lo pasan la cuadrilla.

La humanidad no puede faltar. Según Fernández, “debemos fomentar la educación y sociabilizar más”. Manifiesta que la mayoría de personas con las que trabaja “están completamente solas, no tienen a nadie y, en algunos casos, no salen nunca de casa”. Y sostiene que “esta generación hizo muchos cambios en la sociedad de los que disfrutamos nosotros hoy en día; por ello, deberíamos estarles agradecidos y cuidarlos más”.

Al centro de salud o a hacer el testamento vital

Además de los traslados programados, la entidad también dispone de movilizaciones puntuales que consisten en acercar a estos usuarios de manera esporádica a centros sanitarios u otros lugares a los que no pueden trasladarse.

Cruz Roja oferta también diferentes de proyectos para cubrir las necesidades que detectan o en relación con el cuidado a las personas mayores. Es el caso de Atención a personas Cuidadoras. Este programa tiene como objetivo mejorar la situación de deterioro personal que se deriva del cuidado intensivo de las personas mayores y dependientes, para el que se ofrece apoyo psicológico, formación y talleres. “Se trata de cuidar a los que cuidan”, explica una técnica del programa, Valle Lara.

Otro servicio es el acompañamiento para realizar el testamento vital o el poder preventivo. La responsable del programa, Torralbo, aclara que es “esencial” porque así “antes de que disminuyan las facultades, el usuario puede conferir el poder y la tutela a quien deseé”.

En el mismo sentido, también tienen lugar los acompañamientos en domicilio para las personas que viven solas. En este caso, los voluntarios proporcionan escucha, compañía y otras actividades, como la toma de la tensión. “Ofrecer compañía y hacerles saber que pueden contar con alguien es muy importante para ellos”, explica Lara. Para ello, realizan llamadas telefónicas de manera periódica “para preguntarles cómo están, si están bien e informar, por ejemplo, de la ola de calor”. Esta herramienta, llamada Proximidad Local, “evita el aislamiento y previene la situación de dependencia de las personas mayores”, aclara.

Otra usuaria, Inés Alcalde, añade que “me encuentro muy bien con la entidad, me llevan al teatro, al gimnasio... ¡no paramos!”.

Por su parte, Conchi Díaz, aclara que participa en el programa desde hace seis años y, con 70 años, “lo que más me gusta son los Paseos de la Juventud. Queremos ir a la visita nocturna de Medina Azahara y también hacemos senderismo”. Añade que “todo esto es para que tengamos un motivo para salir de casa, para que nos movamos y ser activas en la vejez”.

Un taller de alimentación saludable

Asistentes al taller sobre alimentación saludable. Asistentes al taller sobre alimentación saludable.

Asistentes al taller sobre alimentación saludable. / Laura Martín

El pasado 18 de julio, un voluntario muy especial ofreció un taller de Alimentación Saludable para una veintena de usuarias. Él es Miguel Ángel Mujica, un refugiado político venezolano, con estudios en ingeniería alimentaria y biotecnología, y que ha trabajado ocho años con una ONG para enriquecer una de las zonas rurales de Venezuela.

El taller puntual ofrecido por Cruz Roja “trata la función de los alimentos, cuáles son sanos o no, así como la cantidad recomendada, enfocado para las personas mayores”, explica Mujica. Junto a él, le acompaña su madre, Yolanda Mujica, quien “poco a poco veo a mis hijos y mi nieta felices por estar en España”, explica.

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