Acrobacias fueron las que tuvieron que hacer los organizadores del VI Festival Aéreo de Cádiz para reprogramar el cartel después de las bajas que sufrieron a escasas horas del inicio del evento, tras la no concesión de los permisos para el vuelo por parte de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) a los participantes privados. De 13 números que había hace dos días se quedaron en siete.
El público, un año más, respondió de manera masiva a la llamada de los aviones y helicópteros en la playa de la Victoria, pese a que la espectacularidad del cartel había caído en picado. Nada de Patrulla Águila, que ya no estaba de inicio, ni de varios escuadrones como los Plus Ultra o los Eurostars, que proporcionan emociones fuertes con las piruetas, acrobacias y cruces de aviones. De todos modos, grandes colas para acceder a la capital gaditana que se prolongaban desde el Puente Carranza y posteriormente los locales de hostelería estaban completos.
A falta de espectacularidad, el programa derivó en gran parte hacia la divulgación, a enseñar al público cómo se hace el rescate de una patrulla de Infantería con aterrizaje incluido en la playa o un salvamento en alta mar con el Helimer.
El espectáculo se prolongó durante casi dos horas, pero si algo ganó fue en agilidad, ya que otros años el vacío entre número y número era superior. En esta ocasión, casi no había respiro y tan pronto como acababa uno empezaba el otro.
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