Andalucía

El PSOE respira de nuevo el poder

  • Los nuevos alcaldes (y algún barón regional) se unen a la celebración todavía con el susto por las negociaciones La distancia con Pedro Sánchez enfría el ambiente

"¡Ya tenemos alcalde socialista!", celebra una dirigente local. "¿Sí, con apoyo de quién?", pregunta un diputado retirado y a la espera de destino. "No, sólo nosotros, en minoría. Mira, éste es el alcalde", presenta. La conversación huroneada al azar evidencia tres casuísticas que retratan al PSOE andaluz, reunido ayer en el acto protocolario-festivo de la toma de posesión de un presidente socialista en la Junta de Andalucía (la décima consecutiva). Uno, la recuperación de poder municipal es motivo de festejo. Dos, las negociaciones para lograr el poder han costado sangre y el diálogo para mantenerlo será vital. Y tres, los hechos han sido tan acelerados que un veterano dirigente es incapaz de reconocer a un nuevo alcalde de su partido con el que está pegado hombro a hombro.

La felicitación entre los socialistas fue el denominador común en el acto solemne, en el que se repasó la crónica de una semana en la que Susana Díaz consiguió el apoyo de Ciudadanos para gobernar en la Junta y el PSOE recuperó las alcaldías de Sevilla, Córdoba, Huelva, Jerez o Marbella, y a punto estuvieron de ser más. Los socialistas consolaban a Juan Carlos Pérez Navas, alcaldable de Almería al que dejaron plantado la mañana de autos, mientras Espadas repasaba su intervención el sábado en La Sexta Noche; Gabriel Cruz, de Huelva, recibía las carantoñas de José Luis Rodríguez Zapatero; Patricia Cavada, nueva alcaldesa de San Fernando, se presentaba en sociedad y Antonio Gutiérrez Limones, alcalde de Alcalá de Guadaíra, recuperaba el aliento tras salvar el gobierno a última hora.

Y entre los 400 invitados, el alcalde de Málaga, el popular Francisco de la Torre, que lejos de amedrentarse, fue de los pocos que leyó el acto de forma institucional, ausentes todos los representantes de la oposición. Juan Manuel Moreno, del PP, estuvo en el bautizo de su tercer hijo en Granada; Juan Marín, el valedor de Ciudadanos, en una reunión de su partido; todos los dirigentes de IU en el comité federal en Madrid y Teresa Rodríguez, de Podemos, sin excusa conocida.

Cómodo empieza a encontrarse el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que encadenó su tercera representación del Gobierno central en una investidura de un presidente socialista en la Junta. Tan cómodo que improvisó un discurso que pareció no tener cabo, destrozó las normas que rigen el protocolo al referirse a Espadas como "el nuevo alcalde", sin más, y revolvió a la hinchada local cada vez que ensalzó la recuperación económica o la colaboración con la Junta. Ni Montoro ni Antonio Sanz, delegado del Gobierno, pertenecen a la familia, socialista, entre quienes fueron celebrados el televisivo concejal en Madrid, Antonio Miguel Carmona, o el presuntamente retirado José Bono, que contra lo que acostumbra desechó todas las oportunidades que le brindaron para hacer declaraciones.

Barones regionales llegaron Emiliano García-Page, que presidirá Castilla-La Mancha y, finalizado el acto, Ximo Puig, que será presidente de la Comunidad Valenciana. Trinidad Jiménez, José Blanco o Elena Valenciano se sumaron. Acudió también el ex presidente del Congreso y hoy presidente de la Fundación Iberdrola, Manuel Marín, o el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán.

Entre las ausencias destacaron la de Felipe González y, sobre todo, las de Manuel Chaves y José Antonio Griñán, cuya foto junto a Díaz y los otros ex presidentes Rafael Escudero y José Rodríguez de la Borbolla en la primera toma de posesión de Díaz en 2013 es hoy tabú.

Entre los socialistas sobresalió Pedro Sánchez, reclamado por los invitados más afines a la presidenta pese a que Susana Díaz se dirigió a él como "secretario general", a una distancia sideral del afectuoso "querido José Luis" con el que justo antes presentó a Zapatero.

Sánchez se había referido a Díaz ante los periodistas como "excelentísima compañera", pero no valió para templar la relación. En público, coincidieron segundos. Luego estaba previsto un almuerzo conjunto de alcaldes, barones, Díaz (33 semanas de embarazo) y el secretario general para celebrar los resultados. Y respirar.

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