Tribuna

La feria taurina de las ausencias

  • Que no se cuente este año con Finito es injustificable, pues durante la pasada temporada las cotas artísticas de más nivel en el coso califal corrieron de su cuenta

Presentación de los carteles de la feria taurina de Córdoba.

Presentación de los carteles de la feria taurina de Córdoba. / Miguel Ángel Salas

Con prácticamente dos meses de antelación y una gala fuera de lo común, la empresa que gestiona el Coso de los Califas presentó esta semana los carteles que conformarán la feria taurina que tradicionalmente se celebra en honor de Nuestra Señora de la Salud, en el Mayo Festivo cordobés. Combinaciones que han traído cierto aire de polémica, ya que un mayoritario sector de la afición cordobesa se ha sentido agraviado por diferentes motivos. El principal y más acusado es la ausencia del que fue, y sigue siendo, su estandarte durante los últimos lustros, el que tras años de travesía por el desierto hizo despertar a la Córdoba taurina y que no es otro que el único matador de toros cordobés activo en el escalafón: Juan Serrano Finito de Córdoba.

La ausencia de Finito en cierto modo es injustificable, pues durante la pasada temporada las cotas artísticas de más nivel en el coso califal corrieron de su cuenta. Aún se recuerda el recibo capotero a un toro de Juan Pedro Domecq en mayo, así como su incontestable triunfo, con la apertura de la Puerta de Los Califas el pasado mes de octubre, en un festejo organizado por el mismo torero y que puso broche de oro a la temporada en la que celebraba el 30 aniversario de su doctorado como matador de toros.

Se puede afirmar que la ausencia de Finito de Córdoba es poco comprensible, pues los derechos se adquieren sobre la arena y no en los fríos e insensibles despachos, aunque se afirma en algunos mentideros que en esta ocasión, ni el torero, ni su apoderado, ni algún intermediario, ha tenido la invitación de sentarse en ellos a entablar negociación alguna. Ya se sabe, nunca llueve a gusto de todos, pero entre la afición, demasiado sumisa y obediente de puertas hacia fuera, se está considerando una afrenta, ya no solo al torero, sino también a la ciudad.

El cartel de la novillada también ha traído cierta polémica. Sin ningún cordobés o cordobesa en el mismo y un hueco reservado para el triunfador en otra plaza de inferior categoría regentada por la empresa. Se palpa por la afición una falta de sensibilidad, o empatía como se dice ahora, por los toreros locales. Estos, tras dos años de forzado parón, veían actuar en Córdoba, soñando con un triunfo, la llave para torear y hacer la campaña soñada. Lo cierto y verdad es que los años pasan y, si en tu propia tierra no te abren la puerta, ¿a cuáles vas a llamar?

La afición cordobesa, tan compleja a veces, también se pregunta cuáles son los motivos por los que no se ha apostado ampliar la feria buscando lo que en el pasado fue. Cierto que puede no ser el momento, pero que Córdoba, gracias a Lances de Futuro y de José María Garzón –lo cortés no quita lo valiente– fue la única plaza de primera categoría que ofreció toros en 2020 y la primera en organizar un ciclo en 2021, ambas con una respuesta sobresaliente de público en tiempos difíciles y complicados.

Incluso se incrementaron de forma notable los abonos en relación a las campañas de la prepandemia, y es precisamente ahora cuando la empresa debe devolver la confianza prestada por la afición que agotó, con limite de aforo ciertamente, el taquillaje los dos festejos mayores de la pasada temporada. La empresa cree que no es el momento, pero una vez echada la simiente, hay que abonar para recoger buenas cosechas. El público, que es el que paga, siempre tiene la razón.

Los dos festejos mayores que se presentan están conformados, como ya es sabido, el día 21 de mayo, por Diego Ventura, a caballo, y los matadores de toros Morante de la Puebla y Pablo Aguado, quienes se enfrentarán a dos toros de María Guiomar de Moura el primero y de Juan Pedro Domecq los cuatro restantes.

Sobre el papel, el cartel está bien rematado. Pensar tal vez que en lugar del caballero en plaza, debería de haberse acartelado otro espada a pie, pues ya se sabe que mezclar churras con merinas, tradicionalmente no fue bien visto, salvo en momentos puntuales y especiales, si bien en estos tiempos todo vale. Serán tal vez las cosas de la globalización. Ventura, ausente de Sevilla y Madrid, posiblemente arrastre publico foráneo, como de seguro los espadas de a pie, que harán que muchos sevillanos se animen a tomar el AVE y pasar ese día en Los Califas con un cartel que se verá repetido hasta la saciedad durante esta temporada.

Al día siguiente se anuncia la alternativa del nuevo Lagartijo, único guiño a la ciudad, quien estará acompañado por Talavante, que hará su primera actuación en Andalucía tras su reaparición después del tiempo sabático que se tomó en su día, y un Roca Rey, con tirón taquillero, y que no se dejará ganar la pelea por nadie. Los toros ese día pertenecerán al nuevo hierro de Álvaro Núñez, origen Núñez del Cuvillo, quien hará su presentación en una plaza de primera, tras declinar su debut en el ciclo de abril sevillano.

El toro también es otra de las incógnitas del miniciclo. Hasta la fecha, ninguna de las corridas que han pisado el albero cordobés se han prestado al triunfo. Para los matadores que comandan el escalafón solo es “sota, caballo y rey”. Matan lo más cómodo, pero también un tipo de toro y ganaderías que van de fiasco en fiasco.

Morante, que ha manifestado que se aburre con el encaste “domecq”, lo sigue matando, salvo contadas ocasiones. Córdoba hubiera sido una buena excepción para justificar su momento. Los demás no le van a la zaga. Se empeñan y estrellan tarde tras tarde con un animal imposible. Y ya se sabe: cuando el toro se cae o se para, la fiesta se derrumba. Solo queda la esperanza de que los toros embistan, aunque el hombre propone, Dios dispone y el toro todo lo descompone.

Cabe esperar que Córdoba, aunque dolida por muchas cosas, alguna injustificable, acuda a la plaza y pase por taquilla. En caso contrario, será la excusa perfecta para argumentar que en la ciudad de los califas, a pesar de su historia y tradición, la afición a los toros es inexistente y escasa.

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