La Agonía

Una salida con un destino claro

  • La Agonía inicia su recorrido desde la Catedral para llegar a El Naranjo ocho horas más tarde.

SON las 17:30 y el entorno de la Mezquita-Catedral se encuentra más abarrotado que de costumbre. Varios efectivos del Cuerpo Nacional de Policía se encargan de que el guión transcurra según lo previsto y a lo turistas que durante estos días discurren por la zona para ver la gran joya de la capital cordobesa se le suman los devotos y cofrades que no quieren perderse la salida de la hermandad de la Agonía. Desde 2011 la cofradía inicia su estación de penitencia desde la Catedral, una decisión fundamentada en el larguísimo itinerario que tenía que recorrer el cortejo procesional cuando salía de El Naranjo. En cualquier caso, si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma; son muchos los vecinos de este barrio los que se agolpan entre las primeras filas del Patio de los Naranjos para arropar a su corporación.

El calor sigue tomando el mismo protagonismo que durante los dos primeros días de Semana Santa pero, afortunadamente, la sombra de los árboles del empedrado patio cobija a una multitud que espera impaciente a que se abra la puerta principal del primer templo de la Diócesis. El cielo luce azul, despejado, y las pocas nubes que en él se dibujan son de color blanco, casi transparente. Muy lejano queda aquel año en el que la cofradía tuvo que refugiarse en una nave del polígono Chinales a causa de la lluvia.

Con absoluta puntualidad la corporación -que ha incorporado este año a su cortejo la reliquia de Santa Victoria-, pone su cruz de guía en la calle y comienzan a discurrir los nazarenos, vestidos con túnica y cubrerostro morado. Apenas diez minutos más tarde, el primer y único paso de la cofradía de El Naranjo se deja ver bajo la puerta principal de la Catedral, mientras que un japonés con muy poca pinta de saber de qué va el tema inmortaliza el momento cofrade con un smartphone de última generación.

Suena el llamador y su eco retumba en el interior de la Catedral. Se hace el silencio en el Patio de los Naranjos y, bajo la marcha nacional interpretada por la banda de cornetas y tambores Nuestra Señora de la Salud, el Cristo agonizante de pequeñas dimensiones pero de perfecta anatomía comienza a recibir los primeros rayos de sol. El paso, de estilo renacentista, se dispone con sobriedad a enfilar la puerta de Santa Catalina con un destino claro: el barrio de El Naranjo, donde le esperarán sus vecinos ocho horas más tarde.

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