El enemigo inmisericorde de la Pasión
Domingo de Ramos
Una casi omnipresente lluvia frustra la jornada del Domingo de Ramos impidiendo la salida de tres de las hermandades del día y estropeando las estaciones de penitencia de las otras tres.
LA lluvia, ese terrible y caprichoso enemigo de la Semana Santa, quiso empañar ayer el Domingo de Ramos cordobés, el que prometía ser el primer capítulo de una Semana Mayor histórica con todas las hermandades haciendo estación de penitencia en la Mezquita-Catedral. Como lince que espera agazapado a su presa, la tormenta esperó escondida la salida de la Entrada Triunfal -La Borriquita-. Parecía que las desesperanzadoras predicciones meteorológicas no se iban a cumplir. El sol invitaba a Nuestro Padre Jesús de los Reyes y a María Santísima de la Palma a salir al Patio de los Naranjos para iniciar una jornada que prometía quedar en el recuerdo. Y vaya si quedó -pero al contrario de lo que se esperaba-. Todo era alegría y vítores. La hermandad de San Lorenzo partía por primera vez desde la Santa Iglesia Catedral y lo hacía con niños de esclavina de las otras hermandades como invitados especiales. El cielo empezó a cerrarse y la traicionera tormenta puso en riesgo a ambos pasos, que sufrieron el ataque despiadado de un más que inmisericorde granizo. El instituto Góngora, en plena plaza de las Tendillas, le sirvió de refugio a Nuestro Padre Jesús de los Reyes y a María Santísima de la Palma mientras muchos de sus fieles, nazarenos y costaleros lloraban de impotencia, a la par que todos se felicitaban por que los pasos al final capearon de alguna forma el temporal. "Hubiera sido una pena que se hubiera estropeado el techo de palio de la Virgen el mismo día de su estreno", destacaba uno de los costaleros marianos. Hasta que la tormenta no volvió a esconderse, la hermandad no decidió emprender la marcha hasta San Lorenzo, donde llegó a las 14:25.
Aún estaba escondida cuando, sobre las 15:00, la hermandad del Amor decidió desafiarla y partir desde Jesús Divino Obrero. Fue después de pensárselo mucho. La cofradía se acogió a la posibilidad de demorar media hora su salida a la espera de que las nubes se disiparan. Pero la tormenta no estaba por la labor y el cielo empezó a escribir a cuentagotas la crónica de una vuelta anunciada. El Cristo del Amor, Nuestro Padre Jesús del Silencio y María Santísima de la Encarnación emprendían camino hacia la Santa Iglesia Catedral cuando la puerta de los Trinitarios y la plaza del Alpargate se llenaban de fieles que esperaban la salida del Señor de Córdoba -Nuestro Padre Jesús Rescatado- y María Santísima de la Amargura.
¿Cómo el Cielo no iba a permitir la salida de la Hermandad de El Rescatado en su 75 aniversario? Pues el otro cielo, el con minúsculas, iba a dictar que no. Era obligada la reunión del Cabildo de Aguas, "en el que se planteó que hasta las 19:00 había un 90% de posibilidades de lluvia con riesgo de tormentas eléctricas", tal y como posteriormente informó el hermano mayor de El Rescatado, Miguel Ángel Lopera. "Es doloroso tomar la decisión de no salir, pero tenemos que preservar un patrimonio cofrade que es de todos", dijo. Media hora más tarde, la hermandad abrió el portón anexo a la iglesia de los Trinitarios para que los miles y miles de fieles que suelen acompañar al Señor de Córdoba y a María Santísima de la Amargura pudieran visitar los pasos hasta la medianoche.
Tras el anuncio de El Rescatado y mientras El Cristo del Amor, Nuestro Padre Jesús del Silencio y María Santísima de la Encarnación continuaban camino de la Mezquita-Catedral, muchos fieles de los que esperaban en el Alpargate iniciaron la marcha hacia San Andrés para presenciar la salida de la Esperanza. A ver si esta vez había suerte. La tormenta volvió a mandar un aviso a navegantes en forma de chispeo y los paraguas empezaron a abrirse ante la iglesia. El Amor, casi en la Puerta del Puente, se rindió y emprendió el obligado camino de vuelta a Jesús Divino Obrero, sin alcanzar al menos la Santa Iglesia Catedral y entre olés y emociones de sus entregados vecinos de El Cerro.
El terrible y caprichoso enemigo líquido de la Semana Santa amenazaba también la salida de Las Penas de Santiago cuando, en Cabildo de Aguas, la hermandad de la Esperanza decidió no salir. Se frustraban así las ilusiones de fieles y hermanos de Nuestro Padre Jesús de las Penas -el Gitano- y María Santísima de la Esperanza -la Gitana-. No era justo; sobre todo después de que el pasado octubre la lluvia también rompiera corazones entre quienes esperaban la procesión extraordinaria que debía llevar a los titulares de la cofradía a la Catedral, donde estaba previsto que presidieran un pontifical por su 75 aniversario fundacional. Como El Rescatado, la Esperanza, tras un vía crucis, abrió las puertas de su casa para todos sus fieles mientras otras cofradías amigas, como La Paz, La Pasión, Los Dolores y El Rocío mostraron su apoyo con una visita hermana. Frente al Gitano y a la Gitana, Nuestro Padre Jesús del Buen Suceso y María Santísima de la Caridad -titulares del Buen Suceso- fueron testigos de la situación esperando que el próximo Martes Santo, día de la salida procesional de esta hermandad, ese enemigo se haya esfumado.
De momento seguía ahí, por lo que las Penas de Santiago decidió también no salir. Otra víctima cobrada. La bella talla anónima del Cristo de las Penas -que data del siglo XIII- y María Santísima de la Concepción se vieron obligados a recibir a sus numerosos devotos en el templo, mientras se vio llorar a más de un joven y niño de los que tan sólo unas horas antes habían estado pinchando flores con muchísima ilusión en los pasos. Como con el Rescatado, las puertas de Santiago se quedaron abiertas hasta prácticamente la medianoche.
Quedaba tan sólo El Huerto, que tenía que salir a las 19:00. La hermandad de San Francisco decidió echarle un pulso a la lluvia. Jugaba con ventaja. Su junta directiva se había informado a lo largo de la tarde, a través de Meteorología, de que la última nube era pasajera y de que tras ella venía un claro de varias horas. A las 20:00, y aún con lluvia, el portón con clavos dorados de San Francisco se abrió con la barroca cruz de guía de El Huerto preparada para iniciar el camino entre aplausos de toda la Córdoba cofrade, agolpada en masa en los aledaños del templo fernandino. Los pasos del Señor del Huerto, el Amarrado a la Columna y María Santísima de la Candelaria atravesaron ese portón justo cuando ese enemigo terrible y caprichoso de la Semana Santa decidió marcharse y dar una tregua. No obstante el enemigo inmisericorde volvió para obligar a El Huerto a refugiarse también en el instituto Góngora. Y desde ahí, la hermandad partió directa a su templo.
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