Semana Santa

El Martes Santo se queda sin Catedral

  • La jornada queda partida en dos, y mientras unos se dirigen a ver las procesiones que han salido, otros van a los templos a ver los pasos.

La tarde de ayer no se pareció en nada a las otras de esta Semana Santa y mucho a las año pasado. El chaparrón del mediodía hizo que se desvanecieran las esperanza que tan efectivas fueron el Domingo de Ramos y el Lunes Santo. A partir de ese momento se sabía que la batalla se libraría minuto a minuto, esquivando la lluvia, distrayendo las nubes.

Y así fue. Como ocurriera en 2011, las primeras hermandades comenzaban a convocar los cabildos de agua, unos órganos extraordinarios que cobran una gran popularidad en tardes de incertidumbre. "¿Salen?" "Está reunido el cabildo de aguas". No hay que dar más explicaciones, porque todo el mundo sabe lo que son y cómo funcionan. Sus acuerdos sólo pueden ser dos: ponerse en la calle o quedarse en casa. Bueno, también cabe la posibilidad de pedir media hora de aplazamiento, pero al final se vuelva obligatoriamente a tener que optar entre el salir o no. En caso de que la duda persista, transcurrida la media hora queda la posibilidad de solicitar otros treinta minutos, pero este tiempo hay que recuperarlo antes de llegar a la carrera oficial.

Todas las cofradías de ayer eran conscientes de esa situación y con los pronósticos meteorológicos en la mano tomaron la decisión. ¿Se equivocaron? Pues no, ya que las que decidieron suspender su salida procesional lo hicieron en unos momentos donde el porcentaje de precipitaciones era alto, mientras que las cofradías que votaron salir a la calle comprobaron que hubo nubes, pero que no cayó al suelo ni una sola gota.

Estas situaciones, no por repetidas, no dejan de crear inquietud en una marea humana que se encuentra en la calle aferrada a la información que se ofrece en las redes sociales y que, como ya ocurriera en la pasada Semana Santa, se ha demostrado la más eficaz en días así, en los que hay que ofrecer información al minuto.

Al final quedó un día desbaratado en el que salieron las tres cofradías que tenían el horario más tardío. Las restantes, en sus templos. La lluvia deslucía el Martes Santo por segundo año consecutivo y también volvía a dejar inédita la estampa de todas las cofradías haciendo estación de penitencia en el interior de la Catedral. Esta jornada, al igual que hicieron las hermandades del Viernes Santo en 2008, decidió en 2011 encaminar sus pasos al primer templo de la Diócesis para adelantar la carrera oficial, que ojalá más pronto que tarde, sea una realidad para dar sentido a esta celebración religiosa.

La primera hermandad que se vio en la tesitura de tener que decidir fue la de la Santa Faz. La hora prevista para que la cruz de guía pisara la calle Lope de Hoces era las 16:15 pero hasta una hora después no se comunicó la suspensión definitiva, que coincidió con un chaparrón que avaló la decisión del cabildo de aguas.

La sucesión de hechos en el entorno de la calle María Auxiliadora fue similar. Los nazarenos del Prendimiento aguardaban en el interior de templo desde antes de las 16:30 el pronunciamiento sobre la estación de penitencia. Hubo consultas, reuniones y aplazamientos en espera de una ocasión propicia que no llegó. A las 17:45 se comunicó a todos los integrantes del cortejo que se quedaban en casa, lo que despertó los lógicos sentimientos del momento, que van desde la desilusión a la rabia contenida.

La siguiente cofradía en salir a la calle lo hacía bastante después, lo que le permitía esperar a la mejora en el tiempo que avanzaban los pronósticos meteorológicos. Los hermanos de la Agonía vivieron en el interior de la Catedral unos momentos idénticos a los del pasado año, aunque en este caso la resolución fue satisfactoria. La hora fijada para la salida era las 17:00, pero en ese momento el cielo no ofrecía buenas perspectivas. Entonces comenzó la espera del plazo solicitado a la Agrupación de Hermandades hasta que a las 18:20 se abría el cancel del Arco de las Bendiciones, lo que fue recibido con un estruendoso aplauso por la multitud que esperaba desde hacía más de una hora ese momento en el Patio de los Naranjos.

Era la primera hermandad en ponerse en la calle y a partir de ese momento las tres cofradías restantes transitaron por el mismo camino. Así, la Hermandad de la Sangre apuró las dos medias horas hasta abrir el portón de la plaza de Capuchinos, lo que fue interpretado por la multitud como la noticia positiva que esperaban.

En San Andrés sucedió algo parecido. Los nazarenos del Buen Suceso no apuraron la hora de prórroga y diez minutos antes se escucharon en medio de un profundo silencio los tres golpes que dio en la puerta el diputado mayor de gobierno. Era la última procesión en encaminarse a la carrera oficial en un día en el que todo quedó revuelto por la presencia inoportuna de la lluvia.

A partir de este momento se pudo ver en las calles de la ciudad las escenas típicas de una jornada cofrade partida por la lluvia. Unos grupos iban en busca de unos cortejos nazarenos que recorrían Córdoba con el horario alterado; otros, buscaban las iglesias para visitar las imágenes que, ojalá, puedan salir el año que viene.

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