El misterio del yacimiento tartésico de La Atalayuela de Alcaracejos: ¿Qué se esconde debajo del túmulo?
Los Pedroches
El Ayuntamiento ha llegado a un acuerdo con la Universidad de Córdoba para el estudio de estos restos arqueológicos
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Hace unos 40 años que aparecieron en Alcaracejos unos restos arqueológicos cuya historia aún no se ha desvelado. A unos dos kilómetros y medio del casco urbano de la localidad de Los Pedroches se encuentra La Atalayuela, un túmulo que esconde bajo la tierra un edificio de origen tartésico cuya finalidad todavía se desconoce.
En aquella época, mediados los años 80, una excavación privada realizada sin metodología arqueológica sacó a la luz varios objetos de cerámica que hoy en día se exponen en el museo de Añora y cuyo estudio más tarde ha sacado a la luz su origen tartésico. Desde entonces, nada se había avanzado en este yacimiento.
El alcalde de Alcaracejos, José Luis Cabrera, explica que desde el Ayuntamiento han activado el estudio de La Atalayuela a través de un convenio firmado con la Universidad de Córdoba (UCO) y su Unidad Patricia y mediante la contratación de un arqueólogo que realizará una prospección no invasiva "para saber qué hay debajo de ese montículo" gracias a "la tecnología que existe hoy en día".
Precisamente, para concienciar sobre la importancia de este yacimiento, el Consistorio ha organizado la exposición temporal La Atalayuela de Alcaracejos - Un túmulo tartésico en Los Pedroches, compuesta por fotos y textos que explican tanto lo hallado en el municipio como la importancia de Tartessos en las vegas del Guadiana y del Guadalquivir.
Entre los objetos que se recuperaron destaca un ánfora de perfil de saco que los arqueólogos creen que es la única íntegra de la provincia, ya que las otras que existen se hallaron en estado fragmentario, y también una serie de molinos barquiformes de granito.
Una 'radiografía' del terreno
El arqueólogo Christian Pérez y la Unidad Patricia de la UCO están en un periodo inicial de la investigación con labores de historiografía. El artículo más importante sobre los objetos hallados en La Atalayuela lo escribió Luis Alberto López Palomo y en un principio lo vinculó con íberos y celtas.
Sin embargo, apunta Pérez, "con las excavaciones que se están haciendo en el sur de Extremadura y en Castilla-La Mancha, como El Turruñuelo, Cancho Roano y La Mata (junto al cauce del Guadiana), vinculamos La Atalayuela con estos ejemplos" de restos tartésicos.
"Realmente sabemos que es un túmulo, pero no lo que hay debajo del túmulo, y eso es lo que perseguimos investigar", puntualiza Pérez. Las sospechas apuntan a que "debería de ser una estructura, pero no sabemos las funciones que tenía", añade. Los expertos lo fechan entre los siglos VI y VII a.C.
El siguiente paso es hacer una prospección superficial y un estudio geofísico -una especie de radiografía- que dará una idea de las dimensiones y las características de lo que hay debajo de este túmulo o pequeño montículo. Es decir, hace 2.500 años, según Christian Pérez, este túmulo tapó un edificio que hay debajo del que hasta ahora se desconoce su función.
Algunas de las identificaciones que se han hecho en la zona de Extremadura corresponden con enterramientos, pero hasta que no se realice una excavación arqueológica no se podrá determinar si La Atalayuela se corresponde con este tipo de estructura.
En la provincia de Córdoba, "excavados y de forma íntegra no existen yacimientos" tartésicos, señala Pérez. Y "debería de haber más" similares al de Alcaracejos, es decir, los arqueólogos no creen que sea "algo aislado" porque Los Pedroches "serían una zona de conexión geográfica con Extremadura y La Mancha".
"Si allí existen estas manifestaciones, en Los Pedroches, estando La Atalayuela, entendemos que debería de haber muchísimas manifestaciones similares", apunta Pérez. Lo que ocurre, agrega, es que "Los Pedroches es una zona a la que la investigación no se ha dedicado mucho". De ahí que no se conozcan más restos.
La antigua civilización de Tartessos
Tartessos es una antigua civilización prerromana que se desarrolló en el suroeste de la península Ibérica, en lo que hoy es Andalucía, entre los siglos IX y V a.C. Tradicionalmente se ha situado en el triángulo formado por las actuales provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz.
Sin embargo, los yacimientos excavados en Extremadura y Castilla-La Mancha indican que se adentraron en el interior de la península. Una de las interpretaciones que se da de esta expansión, que ocurrió en torno al siglo VI a.C., "es por el agotamiento del núcleo de la zona de Huelva y Cádiz que, por una serie de condicionantes sociales, naturales o políticos, produjo un empuje poblacional", explica Christian Pérez.
De esta forma, la población se expandió tanto subiendo al Valle del Guadalquivir, a la zona de Córdoba, y también "por la zona de lo que actualmente es la conexión Córdoba-Cerro Muriano-Espiel, el Valle del Guadiato y el Valle de los Pedroches para conectar con Extremadura y La Mancha". En Córdoba capital, por ejemplo, está documentado el yacimiento de la Colina de los Quemados, en el Parque Cruz Conde.
El nacimiento de la arqueología tartésica tuvo su inicio en el descubrimiento del Tesoro del Carambolo, en Camas (Sevilla), en 1958, que llevó a que se investigase posteriormente este yacimiento en el que se halló un conjunto de cabañas y cerámicas pintadas.
A esta se le unieron nuevas excavaciones en zonas próximas al Guadalquivir que permitieron establecer una realidad material homogénea en los márgenes del río. Con todo, se pudo definir un espacio geográfico caracterizado, entre los siglo IX y VIII a.C. por la interacción entre fenicios llegados del Mediterráneo oriental y los indígenas presentes en esta zona de la península.
El surgimiento de los túmulos
Con su expansión hacia las tierras del interior, surgió un modelo de asentamiento basado en suaves montículos de carácter artificial en los que se ocultan edificios de carácter monumental, como ocurre en Cancho Roano, La Mata o El Turuñuelo, junto al cauce del río Guadiana.
Estos túmulos guardan edificios construidos a partir de cimientos de piedra sobre los que se alzan paramentos de adobe. El túmulo de Alcaracejos tiene unos 50 metros de diámetro, pero se desconoce las dimensiones que podría tener la estructura de debajo.
El arqueólogo Antonio Monterroso, responsable de la Unidad Patricia de la UCO, explica que estos túmulos tenían varias finalidades: algunos eran funerarios, otros eran santuarios (edificios de culto) y otros escondían grandes palacios o residencias de los reyezuelos de la época, aunque esta última posibilidad está descartada en Alcaracejos.
Los propios habitantes de Tartessos tapaban estos edificios. En el caso de los monumentos funerarios, construían la cámara funeraria y seguidamente la tapaban con el túmulo. Por otro lado, los santuarios estaban al aire libre y, cuando abandonan esa zona, los tapaban o sellaban con un túmulo para protegerlos.
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