Prisión preventiva para el hombre que asfixió a su mujer con una venda
Carcabuey
El acusado, de 78 años, confiesa los hechos y declara que actuó desesperado por la enfermedad de su esposa · La mujer, de 81 años, sufría alzheimer y acababa de ser operada de una úlcera en el estómago


Manuel R. J., de 78 años y vecino de Carcabuey, ingresó ayer en prisión acusado de matar a su esposa, Paulina R. R. de 81 años, el pasado domingo en Carcabuey. El titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Priego de Córdoba ordenó ayer el ingreso en prisión de forma preventiva después de escuchar la declaración del acusado, que confesó los hechos, y analizar las diligencias de la Guardia Civil. Mientras el hombre entraba en la cárcel, la víctima era enterrada en el cementerio municipal de Carcabuey.
Según ha podido saber El Día, el hombre aseguró ante el juez y ante la Guardia Civil que lo que motivó su acción fue la desesperación. Manuel R. J. llevaba varios meses cuidando a su mujer, enferma de alzheimer. Hace unos días, la víctima fue operada de una úlcera en el estómago "muy grave" en el hospital Infanta Margarita de Cabra, detallaron las fuentes consultadas por este periódico. Horas antes de ser asesinada, había sido dada de alta.
Según la declaración del acusado, el domingo -entre las 13:15 y las 14:00- había usado una venda para asfixiar a la mujer, que estaba sentada en un sofá. Cuando comprobó que estaba muerta, salió a la calle a alertar a los vecinos. Les dijo que llamaran a la Guardia Civil, que acababa de matar a su esposa, según explicaron las fuentes.
El hombre declaró ante el juez acompañado de su hijo, que ha contratado a un abogado porque "dice que ya ha perdido a su madre y ahora no quiere perder también a su padre", detallaron fuentes municipales, que insistieron en que "ni defiende ni entiende lo que ha hecho su padre". Manuel R. J. durmió el domingo en los calabozos de la Guardia Civil de Priego de Córdoba. A primera hora de la mañana, fue puesto a disposición judicial e ingresó en la prisión provincial de Córdoba a primera hora de la tarde.
Los vecinos han reiterado su extrañeza por lo sucedido y han aclarado que el matrimonio -que llevaba más de 50 años casado- nunca había protagonizado una discusión. Por otra parte, la directora del Instituto Andaluz de la Mujer en Córdoba, Mari Paz Gutiérrez, ha explicado que en el centro provincial de este organismo, así como en los municipios de Cabra o Priego, no existían consultas por parte de la víctima. Gutiérrez insistió en que "nada justifica la muerte de una mujer a manos de su esposo" y aclaró que "no se puede dar otra interpretación más que la de violencia de género [a este suceso], independientemente de la edad, la enfermedad u otras circunstancias".
Por otra parte, la Asociación del Defensor del Paciente opinó que si el anciano de 78 años hubiese dispuesto de ayuda sociosanitaria no se habría producido tal desenlace. A través de un comunicado, la presidenta de esta asociación, Carmen Flores, dijo lamentar que la anciana, "que al parecer padecía una demencia senil", perdiera la vida. A juicio de Flores, este puede ser un ejemplo "de la mala atención socio sanitaria que existe en España: ancianos con enfermedades graves y con la sola ayuda de su compañero o compañera, tan mayor como el enfermo, una carga difícil de soportar, como puede ser el caso", de modo que, "quizás el marido no sea el único responsable de el presunto asesinato de su esposa".
Así, para Flores, sería necesario "reflexionar" sobre este caso, en especial por "los que deben hacerlo", para preguntarse "qué se está haciendo con los mayores enfermos y sin recursos". Por eso desde el Defensor del Paciente se demandó "ayuda efectiva a los poderes públicos para nuestros mayores, sobre todo para los enfermos e incapacitados".
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