Puerto del Calatraveño

Aulas en peligro de extinción

  • La falta de niños provoca el cierre de unidades escolares en la provincia año tras año, mientras que las administraciones se llenan la boca de decir que van a luchar contra la despoblación

Un aula vacía de un centro educativo de la provincia.

Un aula vacía de un centro educativo de la provincia. / El Día

En 2014 fue el colegio San Sebastián en Fuente Obejuna, en un par de años será el Moreno de Pedrajas en Villanueva de Córdoba… y así, puede que desaparezcan algunos centros educativos más en los próximos ejercicios. Entre medias, la Delegación de Educación se verá obligada a cerrar unidades ante la falta de niños. El último caso ha sido el del colegio Juan Alfonso de Baena, donde la escasez de matriculaciones ha provocado que el área que en Córdoba dirige Inmaculada Troncoso haya decidido cerrar un aula. La razón, la misma, no hay niños. Es más, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, durante el primer semestre de 2018 nacieron en la provincia 2.980 niños.

El problema de la bajada de la natalidad no es nuevo y la provincia de Córdoba languidece en número de nacimientos desde hace muchos años ya, quizás demasiado. Y es que se registran más muertes que nacimientos. Y, claro, ahora es cuando se ven las consecuencias más próximas, las que tocan más de cerca a todos. A este miedo se suma el otro de que si no vienen niños al mundo, ¿quién va a pagar nuestras pensiones en un futuro no tan lejano? Pero eso es harina de otro costal.

Los sindicatos de enseñanza vienen alertando de esta situación desde hace más de media docena de años. Es más, según han puesto de manifiesto en diversas ocasiones, tanto las organizaciones sindicales como las asociaciones de padres y madres de alumnos, entre 2011 y 2017 se han perdido 244 aulas de Infantil, Primaria y Secundaria, de las que 131 corresponden al primer ciclo educativo y han anotado que este número se incrementará hasta las 150 una vez que termine el actual curso escolar.

Hay quien sostiene que cuando cierra una escuela, se firma la sentencia de muerte de un pueblo

Y, claro, ¿qué hace la administración educativa ante esta situación? Pues cerrar clases. Es evidente, ante la falta de niños, se clausuran aulas. No hay más remedio para ellos, cuando sí existe la opción de reducir el número de alumnos por aula para mejorar el sistema de enseñanza y que sea de mayor calidad. Se trata de una opción que desde las líneas de este periódico se ha puesto de manifiesto en numerosas ocasiones; la última hace poco menos de un año, pero desde entonces, nada se ha hecho. Bueno sí, se han eliminado más aulas.

La bajada de la natalidad y su repercusión en los centros escolares no es un tema baladí porque, además, entronca con lo que ahora llaman la España vaciada y, por ende, la Córdoba despoblada. Durante campaña electoral de las elecciones generales –con reparos a que pueda venir otra– los partidos no tardaron en hacerse eco de esta situación y buscar el voto en estas poblaciones prometiendo el oro y el moro. Es más, un discurso al que el presidente de la Diputación de Córdoba, el socialista Antonio Ruiz, también se ha sumado y la pérdida de población en el mundo rural, según dijo, será un “eje vertebrador” del nuevo cogobierno provincial. Y es que, la falta de oportunidades en pequeños municipios también afecta a la bajada de la natalidad y el resultado de la suma de ambos factores es el mismo: si no hay niños, se cierran colegios y, con ello, es que ni siquiera hay una esperanza para que surjan oportunidades.

Hay quien dice que cuando cierra una escuela, se firma la sentencia de muerte de un pueblo. Los centros educativos se convierten en el centro principal de atención para todos. En ellos, los maestros conocen a los padres por sus nombres y apellidos y la fecha de nacimiento no es un inconveniente para que un alumno de, por ejemplo, seis años comparta aula con otro que ya tiene ocho. Es así.

Por ello, las administraciones –todas– tienen que evitar que esta debacle en el número de nacimientos siga poco a poco matando el futuro de la provincia y, por ende, el progreso y el desarrollo de Córdoba.

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