Tribuna

Salvador Gutiérrez Solís

@gutisolis

La cara oculta de la Luna

Coincide 'Lightyear', y su inexplicable revuelo, con el Orgullo LGTBi. Celebración que habrá quien, como la película, considere molesta y ofensiva

La cara oculta de la Luna La cara oculta de la Luna

La cara oculta de la Luna

La pasada semana mi hija compró el mítico vinilo de Pink Floyd The dark side of the Moon, una de las joyas del rock de todos los tiempos, y una de las portadas más alucinantes que podemos contemplar, obra del colectivo británico Hipgnosis. Uno de los miembros de la célebre asociación artística, el ya fallecido Storm Thorgerson, compañero de clase de algunos de los compañeros de la banda, explicó en más de una ocasión que la icónica imagen trataba de representar en lo que se convertía la luz en los conciertos de Pink Floyd. Compartí en las redes una fotografía que recogía la portada del disco y me llamó especialmente la atención la interpretación de un tuitero llamado José: "como entras versus como sales de ver Lightyear". Es cierto, casi se puede entender como un resumen, una especie de homenaje, muy adelantado en el tiempo, de los Pink Floyd, a la nueva película de Pixar. Película que está siendo ampliamente comentada y debatida más allá de sus virtudes cinematográficas. ¿La razón? Hay una relación lésbica en la historia, que no dudan en exhibir, besándose ante la pantalla. Esta secuencia, sobre todo, ha provocado, como si se tratara de una de esas filas de dominó que baten récord, que un buen número de países, la mayoría de ellos islámicos, aunque no todos, como China, por ejemplo, hayan decidido prohibir la proyección de la nueva película de Pixar en sus cines. Considerando que esto no debe ser visto por los niños, que no es apto para sus edades y no sé cuántos argumentos más, todos ellos escasamente razonados. Las prohibiciones suelen tener estas cosas, la mayoría de ellas son imposibles de explicar.

Habrá quien llame a esto de mil maneras diferentes, incluso acuda a los insultos, esas palabras que empleamos como muletillas, sobre todo cuando no encontramos las necesarias para lo que queremos decir. Lightyear, como bien sabe, se trata de un spin off de Toy Story, esa ya mítica saga creada por Pixar que consiguió y, por lo visto, sigue consiguiendo evolucionar, y hasta revolucionar, las películas de animación. Si se detiene un instante a pensarlo, tal vez la productora americana no esté más que trazando un lógico y evolutivo proceso, en consonancia con el devenir de los tiempos, pese a que algunos se empeñen en impedirlo. Primero, universalizó la animación, logrando que no sólo fueran para el público infantil. Y lo hizo convirtiendo sus películas en algo parecido a una cebolla, ofreciendo distintas capas de entendimiento y de disfrute, compatibles entre ellas, en las que aborda muy diferentes asuntos. Así, en las películas de esta prodigiosa factoría hemos podido ver reflexiones y recreaciones sobre el fin de la infancia, el primer amor, el miedo, el mal o el paso de la vida. Además, han tenido la habilidad de ir mostrando una nueva representación, más actual y real, de los personajes femeninos, algo que se percibe muy claramente en las obras que han firmado junto a Disney. Ya no son esas princesitas indefensas, voluntariosas y presumidas a las que había que salvar de casi todo, como consecuencia de sus escasas habilidades. Hoy están empoderadas.

Coincide la llegada a los cines de Lightyear, y su inexplicable revuelo, con la celebración anual del Orgullo LGTBi. Celebración que habrá quien, como la película, considere innecesaria, molesta, incluso ofensiva. Esa gente intolerante e ignorante que se protegen tras ese escuadrón más amplio, compuesto por los del "no me molestan, pero mejor no verlos", que sigue contando, desgraciadamente, con demasiados miembros. Una de las cosas que más me gustan y admiro de mis hijos es la naturalidad con la que abordan la sexualidad de sus compañeros y amigos. Para ellos no hay nada especialmente llamativo, en ningún sentido, en las diferentes manifestaciones y orientaciones sexuales que encuentran en su entorno más directo. Yo eso no lo viví a sus edades. Como la portada de Pink Floyd, hoy ya la luz no es uniforme, recta y obligatoriamente blanca, hay un arco iris de colores, y todos son igualmente válidos, puros y bellos en su definición. Y esto se ha conseguido, y se sigue consiguiendo, gracias a los pasos que se han dado a lo largo de los años, y no habló solo de leyes o medidas políticas, que por supuesto han sido muy positivas y necesarias. Me refiero a naturalizar lo natural desde cualquier punto de vista, ampliando la proyección de ese prisma que nos impedía ver la cara oculta de la Luna.

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