Isidoro Moreno Navarro

Superar el marco colonial

La tribuna

Deberíamos aprovechar para exigir que el expolio sea revertido. Ya está bien de que, en este como en otros ámbitos, Andalucía sea tratada por el Estado como una colonia

Superar el marco colonial
Superar el marco colonial / Rosell

17 de febrero 2024 - 00:15

Hace unos días, el ministro de Cultura anunció que uno de los objetivos de su departamento será el que los museos estatales “superen el marco colonial”. Aunque algunos se hayan apresurado a rasgarse las vestiduras, ello no hace sino responder a la Resolución aprobada por unanimidad en la Asamblea General de Naciones Unidas, en 2021, sobre la “repatriación o devolución de bienes culturales a sus países de origen”. La realidad es que no somos precisamente pioneros en esto: incluso países tan celosos de su grandeur (su grandeza) como Francia y tan orgullosos de su pasado imperial como Inglaterra, pasando por Alemania, Países Bajos, Bélgica y otros más, nos llevan la delantera en el abordaje del problema, que es global y, sin duda, complejo porque tiene múltiples dimensiones –legales, económicas, políticas y simbólicas–, pero que remite al derecho a la cultura propia. Un derecho que es constituyente no solo del ser humano individual sino también de las colectividades (los pueblos) en que cada quién se hace ser humano por enculturarse y socializarse en ellas, como mostrara el brillante jurista sevillano Bartolomé Clavero, al que aconsejo releer.

El 90% de las “obras maestras” del África Subsahariana están fuera del continente, muy principalmente en museos de arte o etnográficos europeos, como resultado del saqueo realizado por las potencias colonialistas en la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX. ¿Y qué decir sobre las “antigüedades” asirias, egipcias, griegas y de otras civilizaciones del que llamamos Oriente Próximo, para cuya contemplación es necesario ir a Londres, París o Berlín porque fueron allí llevadas como botín de guerra? Desde que Napoleón, en sus campañas, arrampló con cuanto de valor era posible trasladar (incluso obeliscos que pesan toneladas), las potencias coloniales europeas, durante siglo y medio, no solo practicaron un extractivismo salvaje de recursos naturales, y también humanos, sino que expoliaron lo que estimaron de mayor valor artístico y/o simbólico de los pueblos a los que oprimieron. Justificando, además, la rapiña como una acción benefactora, destinada a la protección de esos bienes. (Y dejo ahora a un lado el crimen racista de crear “exposiciones antropológicas” en vivo o de exhibir a seres humanos disecados en museos de Historia Natural).

En este extractivismo cultural característico del siglo XIX, que es cuando se crean los grandes museos como santuarios “nacionales” y de “la civilización”, el Estado Español no pudo apenas participar porque ya casi no quedaban colonias. Y en Cuba, Puerto Rico o Filipinas, como luego en Guinea Ecuatorial o el Sahara Occidental, no había grandes obras histórico-artísticas (al menos desde la concepción europea). Sí sirvieron algunas de ellas para extraer materiales con los que crear el Museo Nacional de Antropología… Durante los tres siglos anteriores, de los dominios en que “no se ponía el sol” había interesado, más que ninguna otra cosa, la plata de las minas, por lo que no hubo demasiado expolio de bienes culturales, aunque sí destrucción de ellos porque el colonialismo, en todo tiempo, se asienta no solo en la violencia física sino también simbólica sobre los pueblos colonizados. Así, incluso si estuviéramos por la labor, no tendríamos demasiado que devolver, dado que los papeles del Archivo de Indias, por los que algunos temen, fueron casi todos producidos por la burocracia imperial castellana y no por los pueblos colonizados.

Cuestión bien distinta, y de especial interés para Andalucía, sería plantear, al hilo del compromiso ministerial, que se nos devuelvan nuestros bienes culturales que están secuestrados en Madrid: la Dama de Baza, que fue llevada, tras su descubrimiento en 1971, para su estudio, al Museo Arqueológico Nacional y allí quedó, los libros que se salvaron de la quema de las bibliotecas granadinas en 1499, que continúan en El Escorial, la Lex Flavia Malacitana, los cientos de esculturas y objetos de la antigua Urso (Osuna) o –por no alargar la relación– los diez murillos (10) que, en diferentes momentos, fueron devueltos por Francia al Estado Español, de entre los cientos de pinturas de las que se apropió el mariscal Soult, pero que no han regresado a Sevilla. Deberíamos aprovechar la ocasión para exigir que este expolio sea revertido. Ya está bien de que, en este como en otros ámbitos, Andalucía sea tratada por el Estado como una colonia. ¿Es que no tenemos, como pueblo, el mismo derecho que los de Benin, Dahomei, Irak, Egipto, Grecia y tantos otros, a exigir que sea eliminado el marco colonial en el que continúa un buen número de nuestros bienes culturales? Comencemos por cuestionar el marco colonial interno, el que está más próximo y es el más hiriente.

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