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Más allá de las muchas y razonables críticas que se puedan hacer, el Pleno del miércoles en el Congreso de los Diputados, celebrado para aprobar una nueva prórroga del estado de alarma, dejó algunas lecturas positivas. Por lo pronto, demostró al presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, que no tiene por qué depender de la mayoría inestable que lo llevó a La Moncloa. Como se recordará, Sánchez llegó a la Presidencia gracias al apoyo de una variopinta alianza de partidos radicales e independentistas que, aunque completamente legítimos, no puede ser el pilar sobre el que se asiente la gobernabilidad de España. Entre otros asuntos, porque estas formaciones niegan la cohesión misma del territorio gobernado y aspiran a la demolición, aunque sea a largo plazo, de su ordenamiento constitucional. Es evidente que la votación del pasado miércoles abre, como se dice ahora, una nueva ventana de oportunidad. ¿Qué lo ha permitido? Dos factores principalmente: la negativa de partidos como ERC a apoyar la nueva prórroga del estado de alarma (sin la cual el Gobierno se hubiese visto en un auténtico callejón sin salida) y la decisión de Cs de jugar un nuevo papel en la política española y de votar a favor de dicha continuidad. Gracias a esto, Sánchez se ha visto sin los apoyos necesarios y ha tenido que abandonar su contumaz negativa a negociar con partidos de la oposición como Ciudadanos, una formación que tras la debacle de las últimas elecciones generales y la repentina salida de Albert Rivera parecía condenada a ir extinguiéndose poco a poco hasta desaparecer. Sin embargo, su nueva líder (aunque todavía de forma provisional) parece dispuesta a retomar el espíritu fundacional centrista de la formación naranja y buscar un camino diferente al transitado por el bloque de la derecha. Su apoyo a Sánchez en la prórroga del estado de alarma, cuando tanto PP como Vox se habían negado a concederlo, hay que verlo como una primera escenificación de la intención de Arrimadas de ser ese partido bisagra que necesita España, una formación que es capaz de auxiliar tanto al centroizquierda como al centroderecha cuando así haga falta, convirtiéndose por tanto en un factor estabilizador. Todavía, claro está, queda por ver cómo le sentará la nueva amistad entre Sánchez y Arrimadas al socio de Gobierno del PSOE, Unidas Podemos, cuya enemistad con la formación naranja es manifiesta. En cualquier caso, es una buena noticia que Ciudadanos haya, por fin, decidido ser un elemento activo de la política del país desde posturas centristas. España lo va a necesitar en los próximos tiempos.
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