Virginia es ciclotímica; psicosis leve que, al modo de entender, no es otra cosa que apasionada hasta sus últimas consecuencias. Desde primavera se ha puesto a plan para adelgazar; régimen supervisado por el boticario cosa que a éste le motiva especialmente tras leer que a los farmacéuticos les está prohibido hacer planes dietéticos. Medida que hace tabla rasa de los estudios de Bromatología y Nutrición que el boticario recibió en su Facultad.
-Don José, ¿er pescao asú es malo par colesteró?
-No sé, hija. Pregúntaselo a tu médico… o al pescadero.
Como don José está muy sensibilizado con la exclusividad que desde tiempo inmemorial, y quizás hasta por razones semánticas, tiene la clase médica en relación a la salud, le gusta meterse hasta las trancas en su profesión.
Lo de la legalidad que un farmacéutico aconseje e incluso protocolice planes de comida le parece al boticario una solemne memez y por ello con Virginia, que además es viuda precoz con tres hijos y grandes dificultades económicas, se ha volcado. Virginia es una obesa, más por su índice de masa corporal que por su peso absoluto. Mide 1,60 pero pesa 96 kilos.
-El otro día tropesé, ar salí der mercao, y me caí tó lo larga que soy.
-Será tó lo ancha, coño.
-Ojú… ¡que mujé ésta!
Los problemas de esta gruesa se acrecientan con su temperamento visceral y tiene su explicación. Una obesa, con un IMC superior a 30, cuando comienza un plan de adelgazamiento suave, basado en un régimen de comidas combinado con ejercicio, experimenta, a las pocas semanas de comenzarlo, una disminución relativa de peso que parece espectacular.
-Don José, é usté de lo que no hay. ¡Cómo me estoy queando de bien!
-¡No te animes tan pronto!
Como Virginia, al obnubilarse, raya a veces la más absoluta estulticia le contesta con el ticket de la báscula en la mano:
-¿Cómo que no?... ¡Mie usté aquí er peso de la semana pasá… pone 159 y er de hoy 96… ¡Ahí es ná!
-159 es la altura… mujer.
-Es que no se fijái.
-¿Y esta mujé…?
Tras la anécdota ciclotímica el problema empieza cuando hay que bajar más para llegar a la masa corporal idónea y entonces la impaciencia, unida con el temperamento nervioso, perjudica la pauta. Es lo que trae hoy indignada a Virginia.
-Yo ya suerto er macuto.
-Tenéi que jasé el régimen anterió.
-¡Calle usté… leche!
La obesa no atiende razones y solicita información sobre soluciones quirúrgicas.
-Creo que debes desechar esta solución.
-¿Son peligrosas?
El boticario le dice que no más que cualquiera de las intervenciones que necesitan quirófano pero que su obesidad es sólo cuestión de voluntad, paciencia y… sobre todo: mucho ejercicio.
-El régimen anterió.
-Coño…¡qué pesá! ¿Qué régimen…?
-Mucha gimnasia en los campamentos de Educasión y Descanso y asín no nesesitábamo tanta chuminá de achicá los estógamo que os vái a buscá lo que no tenéi.
-Po allí, por lo que le escucho hablá, habría mucho descanso pero mú poquísima educasión.
-¡Oyeeeeee….!
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios