Opinión

Francisco Cardador Muñoz / Empresario

Sobre la profesión médico-sanitaria

Estoy ante dos caminos y no sé cual elegir. Uno me induce a asumir lo ocurrido en poco tiempo como un sueño, normalmente y en silencio, reservando para mí los sentimientos y aceptándolo como cosa natural. El otro, en cambio, me invita a corresponder manifestando lo que en estas circunstancias he vivido y, de alguna manera, reconocer públicamente a todo un colectivo el esfuerzo y la labor, que con sacrificio y vocación, ofrecen cada día a esta nuestra sociedad, cada vez más insensible, que se considera con derecho a merecer de forma gratuita la labor sacrificada de una clase médica y sanitaria envidiable y ejemplar. Yo he visto como, hace unos días, de manera inesperada, un ser muy querido ha sido rápidamente desplazado desde urgencias de Cruz Roja al Hospital Reina Sofía. Su corazón de madre, todavía joven, quedaría bloqueado, dejando de desparramar amor a sus hijas y a sus nietos, si no se intervenía urgentemente. He visto como, en la madrugada última de julio, con todo a punto para partir a disfrutar las vacaciones en agosto, han sido convocados y acudido prestamente los miembros de un equipo completo de cirugía cardiovascular para, careciendo de pronóstico por lo anómalo del caso, detectar y corregir tras, decidida y valientemente desprenderlo extra corpóreo, una anomalía congénita en ese corazón que, por su singularidad, nunca habían estudiado.

He visto después al cirujano, con el cabello empapado pegado a su cuello sudoroso y la marca del gorro señalada a lo ancho de su frente, explicarnos orgulloso el previsible positivo resultado de aquella arriesgada intervención. La pelota todavía seguirá sobre el tejado. Por el momento entró, afortunadamente por la escuadra, pero todo lo vivido y que aquí expreso, igualmente valdría si hubiera salido fuera de la portería lamiendo el poste o el larguero. He visto la atención continua del equipo de la UVI, verdaderos legionarios, intentando humanamente compatibilizar su responsabilidad al límite y constante con el trato comprensivo y la información amable a familiares angustiados por la distancia y el aislamiento de su enfermo. La función asistencial y médica de planta junto al bullir de los servicios de intendencia o de limpieza, como la tripulación compleja de un gigantesco trasatlántico al que, con frecuencia, se exige perfección por una no siempre justa aunque comprensible intransigencia.

Hemos de rendir un público homenaje a esa clase médica que cuida durante todas las horas del día y de la noche de nuestra salud y de la atención sanitaria de los nuestros.

Hemos de considerarlos en su justo valor, apoyarlos y animarlos a seguir en la ardua tarea que a todos beneficia. A todos mi admiración y máximo respeto, desde aquí pido para ellos independencia política de cualquier color y la consideración y el valor social que se merecen. Y dirigiéndome a ellos, les digo que se sientan orgullosos de su muy alta función.

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