DESDE LA RIBERA

Luis Pérez-Bustamante

Que nadie venga y lo joda

ESTAMOS ante la situación más compleja que ha vivido España". Con estas alegres palabras se refería esta semana Pedro Solbes a la crisis económica que azota al país y que amenaza con convertir el otoño en algo así como un aquelarre laboral. El vicepresidente económico del Gobierno, con su habitual rostro de pandereta y fiesta, ponía los puntos sobre las íes que otros compañeros suyos de Gobierno no quieren poner. Porque para superar el agujero en el que estamos metidos hará falta algo más que quitarse las corbatas y dejar de depender del petróleo, medidas que defiende esa lumbrera de ministro que se llama Miguel Sebastián y que es la peor piedra que pudiera tener Solbes en el zapato. Porque dentro del mismo PSOE reconocen que el tono decaído y compungido del ministro de Economía es la peor de las noticias que pueden tener. "Las elecciones las ganamos por él; por el baño que le pegó a Pizarro", me confesaba esta semana un destacado socialista, "y ahora que está ko pasamos nuestro peor momento", concluía. Y es que las cosas son así de claras: o Solbes se saca de la chistera las ideas con las que logró sacar a España de la crisis del 93, o se le deja trabajar, o tenemos menos futuro que el chófer del Titánic.

Y precisamente esta semana hemos tenido en Córdoba buenas noticias que pueden hacer más llevadera la crisis si todo sale bien. El Corte Inglés ha comenzado las obras de su anhelado Hipercor de Turruñuelos. Sin alharacas, ni inauguraciones, ni primeras piedras; con unos simples operarios montados en sus máquinas el imperio de Isidoro Álvarez ha comenzado a poner los cimientos de un proyecto que dará a Córdoba más de 1.200 puestos de trabajo. En esta línea, la Gerencia aprobará el martes inicialmente el plan especial del parque comercial Los patios de Córdoba, una iniciativa que, capitaneada por el efecto llamada que ejerce Leroy Merlin, prevé crear unos 700 puestos de trabajo, directos e indirectos, con su puesta en marcha. Dos buenas noticias, dos miradas al futuro que nos hacen atisbar unas perspectivas en condiciones y reafirman la estratégica posición de Córdoba incluso ante la crisis.

Y luego está lo del Palacio del Sur, proyecto faraónico y eterno que parece que puede haberse desbloqueado -entono aquí el mea culpa por haber puesto en duda la semana pasada en estas líneas la capacidad de doña Rosa de darnos una sorpresa antes de las vacaciones-. Más allá de que sea lamentable que un proyecto sin cimientos nos vaya a costar 9,3 millones sólo en papeleo, no podemos evitar rendirnos a la evidencia de que parece que se abre una nueva etapa. Más recortaíto y menos espectacular, el proyecto de Koolhaas vuelve a asomar como tabla de salvación para el maltrecho turismo de congresos cordobés.

Esperemos que, como dice el refrán, no venga alguien de fuera y joda todos estos inventos.

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